Contra el autocuidado

No es por ser controvertido, que algunos sabéis que me gusta, pero realmente tengo mis dudas sobre la noción tan de moda del autocuidado. Esto no es una queja budista basada en la enseñanza sobre el no-yo (anattā), ni una cruzada contra tratarse bien a una misma, ni una opinión de que sea egoísta.

Mi recelo está en torno a cómo esta idea inunda las redes sociales, creando una cultura, y al hecho de que llamar a algo «autocuidado» parece darle legitimidad automáticamente. Pero, me pregunto: cuando «autocuidado» suena demasiado a baños de burbujas y velas perfumadas, ¿es mucho más que una estrategia de ventas?

El autocuidado no equivale necesariamente a la autocompasión, a veces es autoindulgencia. Pero no me molestaría con eso en mi blog, ¿desde cuándo soy un budista particularmente ascético? Por mí, adelante con tu baño a la luz de las velas.

Lo que me preocupa es cuando, bajo de un acto o hábito de autocuidado, yace la noción de «no puedo». Si te digo que pares al menor síntoma de cansancio, te estoy comunicando que no creo que puedas seguir un poco más. No estoy tildando a nadie de ‘snowflake’, de delicado y sin aguante. Al revés, esto es lo que hace la industria del autocuidado.

Sin confianza en el potencial, la compasión es sólo pena, compadecencia o lástima. En cambio, cuando se basa en la realidad y no en ilusiones, el «creo que puedes» es el pensamiento más amable y compasivo que se puede tener. Para decirlo en budista: todos los seres tienen naturaleza de Buda.

Se sabe que actuar sobre el impulso de llamar al trabajo para decir que estás enfermo, o cancelar planes, y tomarse un día libre «por salud mental» puede empeorar las cosas, aunque suene bondadoso. Hacerlo ofrece alivio inmediato, sí, pero refuerza ese impulso (porque ha «funcionado») y envía al cerebro el mensaje de que no podrías haber afrontado el día, así que «buena decisión, me has salvado». Es contraproducente y contribuye a las famosas profecías autocumplidas.

A pesar del título polémico (lo siento por el ‘clickbait’), no estoy condenando nada. No hace falta decir que muchos actos de autocuidado están perfectamente bien. Sólo desconfío cuando el autocuidado se alinea demasiado convenientemente con la cultura individualista y el consumismo, o cuando suena como otro mensaje más de «no eres suficiente», y sorpresa: ¡siempre hay algo externo que lo arreglará por 19,99! «No puedes con todo» es otra versión de la insuficiencia: no tienes todos los recursos.

El radical acto de fe es decir que sí tienes los recursos. Es refugiarse en el Buda interior y en el dharma, la práctica. Y sí, a veces las cosas se ponen terriblemente difíciles y realmente no puedes. Es entonces cuando necesitas la ayuda de otros, de amigos, seres queridos, guías, maestras, terapeutas… Paradójicamente, pedir ayuda requiere mucha confianza en uno mismo. Elegir confiar en los demás: esto es refugiarse en la sangha y en las amistades bonitas (kalyāṇamitta).

Siempre que elijas cuidar de ti mismo de alguna manera, comprueba si eso convive con algo de confianza o creencia en ti misma. Entonces, procede.


En septiembre inicio un grupo online mensual los domingos por la tarde que hemos llamado Samyutta, que en pali significa conectados! Y aprovecho este artículo para recordaros, en general, que desde hace un tiempo ya no anuncio mis actividades en esta página. Las que son en castellano o catalán las podéis encontrar en la web o newsletter de la Associació Espai Sati, y las internacionales están en mi web dharma.cat. Un abrazo!

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