Meditar con emociones (II)

 Ésta es la segunda parte de la serie de posts sobre meditar usando las emociones: el post anterior era de Pema Chodron, y ahora completamos su magnífica explicación y el ejercicio que proponía con 8 recordatorios de Sayadaw U Tejaniya a tener presentes durante la meditación.

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1. Cuando investigas emociones, es importante que te recuerdes que son fenómenos naturales. No son ‘tus’ emociones: todo el mundo las experimenta.

2. Todos los pensamientos con los que te identifiques van a ‘avivar’ las emociones.

3. Cuando la emoción que experimentas es muy intensa, quizás no puedas mirar a los pensamientos que la acompañan sin que la emoción crezca aún más. En ese caso, normalmente lo mejor es primero ser concientes y observar las sensaciones, agradables y desagradables, que acompañan a la emoción.

4. Si mirar las sensaciones te resulta abrumador o agobiante, puedes dirigir tu atención a un objeto neutro o agradable, como tu respiración o el sonido. Hacer esto es una forma hábil de distraer a la mente y de que detenga, o reduzca, el pensar. ‘Tú’ ya no estarás tan involucrada en la ‘trama’ y por lo tanto la emoción se aquietará.

5. Cuando una emoción intensa se aquieta, serás capaz de mirar a lo que notas, los pensamientos y las sensaciones corporales. Cuanto mejor comprendas cómo se interrelacionan estas cosas, más hábil y efectivamente gestionarás cualquier tipo de emoción.

6. No te olvides de revisar tu actitud: comprueba si realmente aceptas una emoción o le opones resistencia.

7. Toda resistencia inadvertida y toda identificación inadvertida con la emoción, la alimentará y la hará crecer.

8. Recuerda que las emociones no tienen que irse, en absoluto. Nuestro objetivo es conocer cómo sentimos las emociones, saber qué pensamos cuando hay emociones, y comprender su naturaleza y el comportamiento de la mente.

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o «Cómo meditar, incluso si eres muy impaciente«


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Meditar con emociones (I)

Éste es el primero de una serie de artículos sobre la meditación y su interacción con varios fenómenos como el dolor, las emociones, los pensamientos persistentes.

Todos vivimos realidades emocionales difíciles, incluso aterradoras, que por lo general no queremos experimentar. Pero una verdadera espiritualidad no puede pasarlas por alto, y para posibilitar el crecimiento personal debemos estar dispuestos a exponernos a ellas. “La mayoría de nosotros,” dice la maestra Pema Chödron, “consciente o inconscientemente, querríamos que la meditación fuera una sesión de relajación donde no tuviéramos que relacionarnos con la incomodidad. De hecho, mucha gente piensa erróneamente que la meditación consiste en esto. Creen que la meditación lo incluye todo menos eso que nos hace sentir mal.”

La tarea de la primera ‘noble verdad’ del Buda nos insta a conocer, e incluso aceptar, dukkha: lo doloroso, incómodo, insatisfactorio, imperfecto. Es un remedio contra el estado psicológico de negación. Pretender que el camino del dharma sea por fin la manera de librarnos de dukkha de una vez por todas, y a ser posible rápido, no es más que caer en la trampa que la primera tarea intenta contrarrestar. Según dice Ponlop Rinpoche, no puedes estar en un camino hacia el despertar hasta que no empiezas a trabajar con lo desfavorable, lo desagradable, como una parte más de tu meditación.

En lugar de ser otra tecnología para conseguir todo lo que deseo y librarme de todo lo que no me apetece, la meditación nos debería permitir familiarizarnos con las emociones negativas, aunque aportando espacio y cambiando nuestra forma de tratarlas. No es fácil. ¿Cómo me relaciono con lo incómodo cuando surge, reconociéndolo en lugar de reprimiéndolo, pero sin dejar que me arrastre? ¿Cómo practico esto durante las sesiones de meditación? En un artículo titulado ‘Meditar con las emociones’, Pema Chödron propone un ejercicio de meditar con las emociones, que traduzco al final de este artículo, algo acortado.  “Siempre asociamos nuestras emociones con pensamientos,” observa,

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