5 ideas para meditar en la playa este verano

Si se puede meditar en todas partes, en la playa también. La clave para aprender a practicar en cualquier situación empieza por recordar que eso es una opción.

La práctica es aquí y ahora, dice el pasaje sobre el ‘mindfulness del dharma’ (es decir, el ‘recordatorio’ sobre el dharma o la práctica): es inmediata, accesible, invita a venir y mirar, a ser experimentada personalmente por quien tiene comprensión. (AN 6.47)

He venido a Italia a visitar a mi hermano y estamos pasando un par de días en la playa. La cantidad de oportunidades para la práctica aquí es interminable (empezando por el mero hecho de estar con la familia), y hay algo contemplativo en el dolce far niente de languidecer al sol y remojarse con rigor periódico. Orientando la atención una y otra vez a los sentidos, una pátina de silencio y oleaje se establece en el fondo de la mente.

Quizás éste no sea el verano más adecuado para postear esto, pero con suerte aún podremos tener momentos vacacionales. Si se hace con menos frecuencia, a horas menos concurridas y guardando cierta distancia, no tengo claro que la playa sea precisamente lo más peligroso. Además, independientemente de esto, la cautela y protección mutua ciudadana tiene que ir acompañada de la lucidez de que nuestra existencia siempre es vulnerable, que esta no es una ‘época de crisis’ sino que es la vida. Mejor tomar perspectiva y encontrar una fórmula de largo plazo, de tener vida conviviendo con el virus en el par de años que nos quedan sin vacuna, en lugar de estar siempre reaccionando a vista corta.

En todo caso, como ahora estoy en la playa, estoy practicando en la playa. Así que se me ocurrió compartir algunas ideas que si no sirven para este verano servirán para otro.

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Dharma y #BlackLivesMatter

Despertar a mi condición de ser blanco es parte del despertar. Y es parte del primer paso del camino óctuple: la visión apropiada (sammā diṭṭhi). Despertar a los impulsos intolerantes que hay en mí es parte del despertar. Y es parte del segundo paso del camino óctuple: la intención apropiada (sammā saṅkappa). Voy a intentar explicar por qué esto no es política sino una parte innegable de la práctica budista. Al final del artículo, propongo una meditación.

Como el epicentro del conflicto racial está ocurriendo en Estados Unidos, puede parecer que no es tan cosa mía. Que hago bien en reflexionar sobre el tema, lamentar los sucesos y el dolor involucrado (y el favorito de todos: ¡tener una opinión al respecto!), pero que a fin de cuentas no tengo trabajo que hacer porque la realidad de España es otra. Que no es perfecta y hay desigualdad, pero que no es lo mismo, aquí estamos a salvo.

No lo tengo tan claro. Obviamente las historias de ambos países son distintas, pero que eso signifique que deba limitarme a observar la situación del otro continente y no tenga trabajo personal que hacer es no solamente falso, sino peligroso. Y aún diría más: es una oportunidad desaprovechada. He aquí el verso 121 del Dhammapada:

No te tomes el mal a la ligera,
pensando ‘a mí no me llegará’.
El cántaro se llena gota a gota,
el necio se llena de maldad poquito a poco.

En España hay racismo, xenofobia, misoginia, LGTBIfobia, clasismo. De hecho, si la percepción no me engaña, la intolerancia parece estar al alza. Y una de las cosas que lo permite es precisamente el ‘a mí no me llegará’—aquello que también impidió tomar medidas a tiempo para el coronavirus. La intolerancia no te llegará si estás atenta y vigilante; si no, con el guardián del mindfulness distraído y confiado en el ‘yo soy buena persona’, se te puede colar de todo por la puerta.

Esta convicción de ser buena persona es un ejemplo de apego que el canon pali llama attavāda upādāna, y muestra el problema de las opiniones o puntos de vista fijos (diṭṭhi). La práctica no consiste en sostener esta opinión ni una contraria. Consiste en observar los contenidos de tu mente en sí mismos, reconocerlos por lo que son, y con una sensibilidad ética que vamos refinando, disolver lo perjudicial y promover lo positivo.

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