En este extracto de una charla de 2008, Rob Burbea cuestiona la reticencia espiritual a tener metas y a usar el lenguaje del esfuerzo. Maestro como los hay pocos, siempre profundo y heterodoxo a partes iguales, Rob sugiere que no deberíamos saltar al desapego antes de tiempo, sino usar un apego sano. He editado el contenido un poco para que fluyera más como lectura. Podéis escuchar aquí la charla entera (o el retiro entero: no tiene desperdicio).
UPDATE: La versión original de este artículo informaba de su cáncer y adjuntaba un enlace para donativos. Rob murió en la luna llena de mayo (¡Vesak!) de este 2020.
En mi vida ¿cómo me relaciono con el esfuerzo, con las metas, con nociones de progreso en el camino espiritual? Es fundamental forcejear con esta pregunta y para la mayoría de gente no es nada fácil. Podemos tener ideas de que la práctica trata de «simplemente ser,» lo que sea que esto signifique, o sólo «estar con lo que sucede.» Pero el Buda nunca usó este lenguaje.
Ideas así pueden ser muy útiles en ciertas ocasiones, como una de las múltiples perspectivas de nuestro buffet; pero si es la única, nuestra práctica espiritual termina teniendo muy poco parecido al resto de nuestra vida, que está llena de metas.
Si conduces un coche sabes que vas de aquí hasta allí y que tienes que hacer las cosas de manera que llegues. Cuando voy al baño, necesito tener el objetivo de… hacerlo dentro, los demás lo agradecerán. Una relación, incluso de amistad, tiene implícito el objetivo de que funcione, y si hay una fractura o disfunción intentaremos recobrar la armonía.
Las metas no son un problema en sí. Donde nos atrapamos y sufrimos es en la imagen de nosotros mismos que se crea alrededor de nuestra relación con esa meta: ¿Soy lo suficientemente bueno? No soy bastante bueno. El «yo» y la comparación van de la mano y no de forma muy sana. El «yo» se enreda en una imagen de sí mismo y crea un problema con la meta: aún no la he alcanzado, él sí, ellos están más adelante, etc. Construyo una “idea de yo” alrededor de esa meta, alrededor del fracaso, o de ser lento, o estúpido, o un torpe espiritual.
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