Curso: Cuando Grecia encontró al Buda

El Instituto de Estudios Buddhistas Hispano ha organizado un curso online para este julio y agosto. Durante 8 sesiones semanales, se leerá el texto conocido como «Las preguntas del Rey Milinda» (o Menandro), el Milindapañha, un diálogo entre un rey grecoindio y el monje budista Nāgasena. La obra data de aproximadamente doscientos años tras la muerte del Buda.

Esta obra es interesante porque, siendo un diálogo intercultural, y además con una cultura bañada en filosofía y lógica, presenta las doctrinas del budismo temprano de forma clara y sistemática. Es un buen ejemplo de cómo el budismo de los orígenes empezó a conformarse como sistema coherente y estructurado.

Podéis leer sobre el rey Menandro en la wikipedia (aunque hay más información en la versión inglesa) o sobre el Milindapañha, en español o en inglés. Y si os pica la curiosidad, este parece un curso interesante y ameno. Lo da Aleix Ruiz-Falqués, profesor de la Shan State Buddhist University de Myanmar y que está traduciendo esta obra del pali al español.

Hecha mi recomendación para éstas vuestras curiosidades intelectuales veraniegas, sólo me queda dirigiros a la página del IEBH donde se anuncia este curso y se da la información para inscribirse:

El símil de la balsa: otra interpretación

Desde hace un tiempo vengo sospechando que el famoso símil de la balsa se ha malinterpretado. O para ser más concreto, sobreinterpretado. Se ha utilizado en exceso para justificar ciertas actitudes. De entrada esto parece ir en mi contra: al fin y al cabo, este símil hace acto de presencia en cualquier debate sobre la innovación en el budismo, en calidad de sello de validez. Stephen Batchelor lo usa a menudo para argumentar que las distintas formas de budismo son temporales, son medios, y no verdades absolutas.

Pero también se ha utilizado para jerarquizar y para considerarse por encima del dharma, del bien y el mal. Tal es la opresión que unos sienten respecto a cualquier indicación o sugerencia sobre qué hacer en la vida, en lugar de la espontaneidad ‘auténtica’, que parece como si propusieran tirar la balsa a medio río, o antes de lanzarse al agua incluso.

Este es el símil de la balsa:

Mendicantes, imaginad a una persona que, caminando por un sendero, se encuentra un gran río. La orilla donde está es peligrosa, mientras que la otra orilla es segura; pero no hay ninguna barca para cruzar ni ningún puente. ‘¿Por qué no recojo hierbas, ramas y troncos y construyo una balsa?’ —piensa— ‘Así, subido a la balsa y remando con mis manos y mis pies, llegaré a la otra orilla sano y salvo.’

Así lo hace, y una vez cruzado el río piensa: ‘Esta balsa me ha sido muy útil. Voy a cargarla a mis espaldas e iré adonde me plazca.’ ¿Qué pensáis, mendicantes? ¿Este hombre estaría haciendo lo debido con la balsa? (¡No!) En lugar de esto, el hombre debería pensar: esta balsa me ha sido muy útil, voy a dejarla en la playa o en el agua e ir adonde me plazca. Esto es lo que debe hacerse con una balsa.

De la misma forma, las enseñanzas son como una balsa: son para cruzar, no para aferrarse a ellas. Al comprender el símil de la balsa, deben abandonarse incluso las enseñanzas, por no hablar de lo que es contrario a las enseñanzas.

Alagaddūpama Sutta, MN 22

Lo que creo que se ha sobreinterpretado es el elemento temporal. En la comparación, la parte de la balsa tiene un elemento temporal: primero se cruza el río y después se deja la balsa atrás en lugar de seguir por tierra con ella a la espalda. Pero Buda no dice lo mismo del dharma: que primero se use y luego se deje atrás. Lo que dice es que de la misma forma que el uso sensato de una balsa es cruzar un río, no cargarla a la espalda mientras vas por tierra, el uso debido de las enseñanzas es liberarse, no discutir sobre ellas.

Cruzar el río es una metáfora de la liberación: ir de esta orilla a la otra orilla. Y aferrarse es aplicable tanto a un objeto físico —por ejemplo, una balsa— como mental —por ejemplo, ideas y opiniones sobre cómo es el dharma. Y éste es justamente el blanco de la crítica: las disputas. El símil de la balsa aparece ahí como segundo símil para ilustrar esta idea. El símil anterior, que da nombre al texto en que ambos se encuentran, es el de la serpiente.

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Los 53 sutras de Buda son FAKE news

Por esa clase de webs y páginas de redes sociales donde todo es consciente, natural y cuántico, corre una orgía de falta de rigor digna de facepalm. Una lectora del blog (¡gracias Gloria!) me lo mandó y me quedé a cuadros. Si os gustó el post «8 citas de Buda falsas«… abrochaos el cinturón, porque han llegado «Los 53 sutras de Sidharta Gautama Buda, Dhammapada (Budha).» Ya la ortografía es libre e incoherente.

Antes de continuar quiero apuntar que esto no es un ejercicio de burla. En parte es un divertimento desenfadado, sí; pero no es antipático ni malicioso, porque lo que quiero argumentar es que, dejando a un lado si algo te funciona o inspira, y sin cuestionar la validez de esto en medida alguna, el rigor importa.

Fake news las hay también en el mundo del dharma, y hay que combatirlas allá donde se encuentren, sea donde sea. (Ya exploré en este otro post cómo facebook encarna los venenos de la avidez, la aversión y la confusión. Pues bien, una de las cuentas rusas ‘falsas’ descubierta y desactivada en facebook se llamaba ‘Mindful Being y pretendía hacer a la gente más receptiva al autoritarismo.) Como no soy indiferente a lo fake y, además, este es un tema que me toca la patata, no sólo no quiero contribuir a la desinformación sino que colaboraré a disolverla si puedo. Vamos a ver qué pasa con estos 53…

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8 citas de Buda falsas

El ciberespacio está a rebosar de frases inspiradoras. Citas de Gandhi, la Madre Teresa o el Dalai Lama orbitan por las redes sociales sobre un fondo de una puesta de sol, una flor o una imagen de su autor. Y evidentemente no pueden faltar las frases de Buda. Pero lo que internet tiene de abundante no siempre lo tiene de riguroso, y la cantidad de frases falsamente atribuídas a Buda es incontable.

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El Buda es una de esas figuras tan lejanas en el tiempo pero tan vivas en el imaginario colectivo que se le acaba adjudicando cualquier cosa. Como tenemos tendencia a proyectar en estos personajes todos los rasgos idealizados que nos apetecen, y como la imagen popular del Buda no es hoy más que un sinónimo de «bienestar» —ya sea paz interior, relajación muscular o un pelo suave—, entonces atribuirle cualquier cosa que suene instantáneamente bonita y profunda no es más que el siguiente paso lógico. (Por cierto, la foto de arriba la he hecho yo, es una broma. Pero esta ‘imagen pop’ del Buda es algo que sería interesante analizar un día.)

Ya sé. Estarás pensando la clásica pregunta de «¿cómo podemos saber con certeza qué dijo el Buda?» Fácil: no podemos. Los textos más antiguos, como los contenidos en el “canon pali”, conservan lo más cercano a su mensaje, y es cierto que incluso ahí nada tiene garantía 100% Buda histórico. ¿Cómo podría tenerla? Pero cuando una cita suena a falsa, lo que sí que se puede es encontrar su verdadero origen y, entonces, confirmar nuestra sospecha. Esto es lo que lleva haciendo el maestro británico Bodhipaksa en su blog “Fake Buddha Quotes”: rastrear las citas de Buda que corren por ahí y descubrir de dónde vienen realmente.

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Nuevas traducciones de textos del budismo ch’an

Hace casi dos años (¿cuánto lleva ya este blog? A veces alucino…) publiqué un artículo no muy alegre sobre el problema de las traducciones de textos budistas al español. Probablemente ahora cambiaría algunas cosas de ese artículo, y mi opinión respecto algunos de los ejemplos que puse va evolucionando también, como es lógico.

Las ideas fundamentales eran, primero de todo, que tenemos que tener presente que siempre leemos traducciones: incluso muchas obras canónicas en tibetano o chino son traducciones realizadas hace siglos y siglos de textos sánscritos o gandharis ya perdidos. Y en el caso de las traducciones al español, el principal problema es que hay muy pocos expertos en la materia y, por lo tanto, las traducciones directas de lenguas clásicas del budismo escasean. Demasiado a menudo son traducciones dobles, que pasan por el inglés; y muchas veces están hechas o bien por muy buenos traductores que no conocen suficiente del tema, o bien por expertos en budismo que pueden no ser muy buenos traductores. Y ante frases muy rocambulescas, o jerga extraña, no tendimos a pensar «esto está mal traducido» sino «debe de ser muy profundo…» Y las traducciones importan, porque moldean nuestro entendimiento del dharma.

El artículo terminaba con el deseo de que aumentaran las traducciones directas al español.  Pues bien, hay buenas noticias para las personas interesadas en el zen, y más concretamente en su antecesor chino, ya que en junio el abad del monasterio zen valenciano Luz Serena, Dokushô Villalba, firmó un acuerdo de colaboración con el monasterio ch’an de Liuzu para traducir unas cuantas obras directamente del chino al español. El abad español supervisará y dirigirá el proyecto, y la tarea de la traducción de los textos, que se calcula que serán publicados en 2017 en dos volúmenes, correrá a cargo de un equipo de traductores. ¡Celebro esta iniciativa y espero que la sigan muchas más!

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Noticia original

PD: Para los interesados en el budismo más primigenio, el monje theravada Bhikkhu Nandisena es uno de los pocos que traduce del pali al español: podéis descargaros su traducción del Dhammapada aquí. Y en la sección de Lecturas recomendadas podéis ver otras obras traducidas directamente del pali, por Abraham Vélez o Amadeo Solé-Leris.