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El budismo ha descartado ya ciertas teorías cosmológicas antiguas de su propia tradición: el Dalai Lama ha afirmado públicamente que la idea del Monte Meru es poco científica y puede descartarse. Entonces ¿por qué no se pone igualmente a un lado la doctrina de la reencarnación, que pelea con la ciencia de forma similar? A parte de ocupar un lugar central en toda la teoría soteriológica (o salvífica) del budismo, la enorme resistencia -comprensible- a desembarazarse de la teoría de la reencanración puede deberse a la función ética que ésta desempeña.
Pero ahí va una pequeña reflexión que seguro que muchas personas de hoy nos hacemos. ¿Necesitamos, para llevar una vida moral, la motivación de ganarnos una próxima vida mejor o evitar una siguiente existencia llena de sufirmiento? ¿No nos recuerda esto al cielo y el infierno, que tantos hemos puesto a un lado ya? Es la vieja historia del premio y el castigo. Sí, funciona, es cierto. Pero no hay que temer: si descartamos la reencarnación y las consecuencias post-mortem de nuestros actos de ahora, podemos seguir siendo éticos comprendiendo dos cosas.
La primera, que las acciones que realizamos tienden a tener consecuencias para nosotros mismos en esta vida: la gente de tu alrededor suele responder positivamente a tus actos empáticos, respetuosos, generosos, etc. Y si te comportas como un capullo (para ser coloquial pero directo) en general recibes tu merecido y la vida no te sonríe. O por lo menos dejan de sonreírte las personas que te rodean. Por supuesto, hablamos aquí de las consecuencias reales de nuestros actos, no hay que caer en el pensamiento simplista de que si somos buenos, el cosmos nos lo devolverá con suerte en la vida.
No hay forma de que nuestro comportamiento altruista y amable nos proteja de un terremoto, y ser egoísta y cruel no aumenta las probabilidades de que un conductor ebrio nos embista. Estas cosas corresponden a otro paisaje de actos y efectos que, aunque parezca desolador, es mejor admitir porque así es el mundo que habitamos (dukkha). De hecho, en el Anguttara Nikaya 3.61, el Buda afirma que nuestros actos pasados son sólo una de las causas de nuestro dolor, siendo otras los humores o las estaciones —o, en un lenguaje más actual, causas físicas/corporales y el clima. Así que no se trata de mandar buenos actos a la vida para que la vida nos los pague con suerte porque eso supondría convertir a la vida o el cosmos en una entidad con agencia y voluntad, y no estaríamos muy lejos del concepto de Dios. A parte, sería pura e infructífera especulación.
Y la segunda, que podemos no necesitar razón alguna para querer obrar bien, podemos hacerlo porque sí, o sin más motivo que la comprensión de que si todos nos comportamos de forma más ética, todos nos beneficiamos; que igual que nosotros agradecemos la bondad, la generosidad y el cuidado de otros, esos otros agradecerán el nuestro. Y el primer paso (quizás el único) para que más gente actúe de esa forma es subirnos nosotros a ese tren. Y si eso sigue siendo una opinión o una creencia, habrá quien la prefiera a la de las múltiples vidas (probablemente la mayoría de lectores de este blog).
La reencarnación, o el hecho de que nuestra existencia no empezó con este nacimiento ni terminará con esta muerte, se ha usado en el budismo para explicar, o justificar, la injusticia que a veces permea este mundo. Me recuerda a la noción cristiana de la teodicea (la justificación de la bondad de Dios) y, aunque comprendo su poder de consolación, me sigue pareciendo una excusa barata especulativa. La cuestión es que existe gente cruel que tiene éxito en la vida, o por lo menos eso parece, y esto no es especialmente motivador. Pero no podemos saber lo felices que son esas personas por dentro o en su entorno familiar. Y, aunque lo sean, ¿qué probabilidades tenemos nosotros de ser uno de esos pocos “afortunados”? A parte, ¿necesitamos pensar que se les castigará en su próxima vida? Me parece más inteligente y sensato intentar comportarnos de forma responsable y respetuosa de todos modos. Y si alguien nos trata mal, abandonar nuestro empeño condicionados por el dolor sólo hará que haya una persona menos contribuyendo al bien común que, por lo general, todos deseamos. Es fácil ver que si así abandonara todo el mundo, esto sería un caos insufrible. Si estar dolidos por las desgracias que nos ocurren es motivo legítimo para abandonar una vida moral, “apaga y vámonos” que se dice, porque según esa lógica nadie llevaría una vida moral. Y puede que sea precisamente esto lo que lo dificulta tanto. De hecho es uno de los obstáculos mencionados por el Buda, y los recursos espirituales, religiosos, terapéuticos, psicológicos, de inteligencia emocional, etc., quizás están precisamente para esto.
Puede que, en el aspecto ético, la espiritualidad empiece con tener la motivación de “ser bueno” y siga con intentarlo y darse cuenta de que no es tan fácil, de que hay obstáculos en nosotros mismos; y entonces, hay que empezar a trabajar en métodos para llevar a cabo nuestro buenas intenciones. Porque, si rascamos, las tenemos.
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Coincido… pero me parece bueno agregar algo que me esta dando vueltas en la cabeza y que ahora será la primera vez que lo voy a plasmar en concreto y es que la ética no es lo que hay que buscar sino la consecuencia del camino. Me refiero que aunque no encuentre premios y castigos al final de mi vida o al final de mis actos, mi percepción conmigo mismo y con los que me rodean hacen que como concecuencia tenga un ética correcta. En el ejemplo de los «afortunados crueles», si logran empatia con los que sufrieron sus crueldades, seguramente se sentirán distorsionados con esa conexión y les hará ruido en su sentimiento personal; sin en caso no hay empatía con los que los rodean, quieren decir que se están adentrando en un espiral de «deseo mas ego» que sólo les trae mas sufrimiento.
A lo que me refiero es que los que producen dolor a los alrededores (falta de ética) sufren necesariamente, pero esto no es la causa de llevar una ética personal sino una consecuencia de seguir una vida sensible a uno mismo y a los demás.
Si existiera gente cruel con «éxito» (lo cual depende de lo que consideremos por «éxito») que desmotive a los que tienen ética; en lugar de envidarlos y desmotivarnos, uno se debe preguntar si ese camino a mi me hace feliz, o sea si voy a tener éxito, porque existen infinitos caminos a seguir, y a cada uno lo hace feliz un camino distinto. Por lo tanto que otro sea feliz de una manera sin ética, a mi poco me debe importar, por que mi camino va por otro lado.
Estar dolidos por las desgracias que nos ocurren no es motivo para abandonar una vida moral, ya que como dijo Buda en una de sus cuatro verdades «nobles»: la vida es sufrimiento. Por lo tanto todos sufrimos y en ese caso no hay lugar para la ética. En cambio yo lo pienso al revés: «El sufrimiento es el motivo principal para una vida moral», porque como sufro (al igual que todo el mundo), busco a través del camino octuple dejar de sufrir. Esto trae como resultado de las muchas consecuencias, una vida ética.
En resumen, me parece que buscar una sensibilidad con uno mismo y con los demás es lo que nos lleva a vivir en comunidad de una manera mejor sin importar la ética, reencarnación, cielos o infiernos.
Completamente de acuerdo. Como dices coincidiendo con el artículo, «Estar dolidos por las desgracias que nos ocurren no es motivo para abandonar una vida moral». Pero mi observación es que muchas veces ocurre así a un nivel inconsciente: es decir, ¿cuándo es más fácil que nos encerremos en nosotros mismos y seamos egoístas? ¿O cuándo es más fácil que contestemos con antipatía a la gente y pasemos de todo? ¿…que hagamos daño a los demás por venganza? Cuando estamos dolidos. Eso no es excusa, como bien has dicho, pero ocurre con frecuencia, de forma inconsciente. También es cierto que podemos reaccionar de forma diferente al dolor, así que quizás podría especificar «Cuando estamos dolidos y no gestionamos bien ese dolor.» PAra eso es importante la reflexión de que estar dolido no es motivo para abandonar la moralidad, y la reflexión acerca de la empatía que también has comentado.
Otras partes del artículo respondían a planteamientos de alguna gente del estilo de «¿por qué tengo que ser bueno? ¿Qué me va a aportar a mí? No se llega a nada siendo bueno.» No coincido con estos argumentos, pero existen y los quería reflejar y contestar. El budismo tradicional justifica esos «afortunados» (también creo, como tú, que la noción de éxito es relativa) diciendo que la vida les va bien por buen karma pasado, y que si parece que sus malas acciones no están generando malas consecuencias para él es porque esos frutos vendrán en una vida posterior. Como explicación me parece pobre y, además, no la necesito, porque como muuuy bien has dicho: «que otro sea feliz de una manera sin ética, a mi poco me debe importar, por que mi camino va por otro lado.»
Aceptar la reencarnación no debe ser en sentido de ego personal y beneficio único. La reencarnación tiene una riqueza de crecimiento, va más allá de cualquier religión y condicionamiento conductal, si bien, entenderla debe obedecer a desasernos de el ego personal, puesto que es un conocimiento universal, su
grandeza abarca a la humanidad y su sentido de crecimiento espiritual; por ende va más allá del premio y el castigo. Deseo aprender más con respecto a este tema, por favor.