[1 página] Artículo de Stephen Schettini. Fuente original: http://www.schettini.com/siddhattha.html
Hace 2600 años, Siddhattha, heredero del clan Gotama que reinaba en Sakya en el norte de la India, se traumatizó por la realidad de la enfermedad, la vejez y la muerte. A la edad de 29, abandonó su vida privilegiada y las supersticiones devotas de la institución religiosa bramánica para afrontar esta angustia, inicialmente tomando la vía de escape de las absorciones meditativas. Practicó durante seis años con diversos maestros, dominando todo lo que le enseñaban; pero con el tiempo se dio cuenta de que sólo ofrecían una evasión temporal. Rechazando esos métodos, buscó una manera de ocuparse de la ansiedad pero continuando viviendo entre la gente.
Siddhattha afirmó haber encontrar un camino o término medio entre las verdades espirituales y materiales sólo después de explorar su propio camino. A la edad de 35, se declaró, sin vergüenza alguna, despierto, y empezó a impartir las cuatro verdades y el camino óctuple: pasos prácticos hacia el despertar. Lo que se conoce hoy día como budismo preserva sus enseñanzas (dhamma) a pesar de que la mayoría de las tradiciones son devotas, religiosas y/o místicas en formas que Siddhattha claramente menospreciaba.
El punto crucial del dhamma yace en la explicación de los cinco skandhas: patrones de comportamiento condicionado (lo opuesto de consciente) automatizados. Combinada con las prácticas que Siddhattha proponía, tal explicación pretende ayudarnos a dejar de buscar gratificación en la reactividad emocional y a ajustar a la realidad (a cómo son las cosas, “samyaksam”) nuestras expectativas y nuestras respuestas a estímulos. El resultado es samyaksambodhi, traducido habitualmente, y por desgracia, como Iluminación: ni la alusión a la luz ni el énfasis tipográfico en las mayúsculas existe en los términos clásicos del sánscrito o el pali. La palabra más acertada e ilustrativa para bodhi (y su personificación: Buda), más aceptada por académicos que por los fieles budistas, es despertar.
Por una amplia variedad de motivos, las culturas occidentales de hoy simpatizan cada vez más con las inquietudes de Gotama, y el interés en el budismo crece con rapidez. A un extremo del espectro, los psicólogos y los fisiólogos saben que nuestros empeños instintivos en distraernos de la ansiedad son contraproducentes. Al otro, una aversión general a la religión tradicional combinada con el éxito de la psicología popular y la autoayuda hace que nos percatemos más y más de las consecuencias de la negación y del escapismo o evasión: buscando consuelo y enterrando la ansiedad, la espiritualidad superficial atenúa el bienestar físico y mental.
Con su enfoque empírico y no-intelectual, el método budista nos enseña a ajustar expectativas a los hechos de la vida, para efectuar un cambio de actitud en dirección a la ecuanimidad o imperturbabilidad (upekkha). Con la práctica, las ilusiones vanas se disipan poco a poco y uno se vuelve libre para vivir plenamente.
Para sintetizar todos los aspectos del camino de Siddhattha, Stephen Schettini ha acuñado el término “reflexión atenta”: la plena conciencia entrena los estados mentales no-conceptuales para establecer un espacio mental atento, neutral [que no juzga], arraigado en el momento presente, mientras que la participación reflexiva* utiliza estados mentales conceptuales (ideas), como la impermanencia y la oportunidad, para generar motivación y desatar episodios de atención o conciencia plena durante la vida cotidiana. Estos dos estados mentales (conceptual y no-conceptual) alcanzan toda nuestra existencia para afrontar la ilusión y la ansiedad.
Siddattha pasó 45 años enseñando, animando constantemente a sus seguidores a que exploraran su propio espacio interior con atención neutral. Lo que les enseñaba no era ni filosofía ni religión, sino exploración de su estado existencial. Rehusó designar a un sucesor y sugirió que su enseñanza podía valerse por si misma. No obstante, se han desarrollado muchas escuelas de budismo, y todas proclaman ser la heredera legítima de Siddhattha.
*»Reflexive engagement»: he traducido este término como participación reflexiva, otras opciones son implicación reflexiva o compromiso reflexivo, refiriéndose al acto de participar, implicarse o involucrarse en las cosas desde la reflexión, no de forma reactiva, irreflexiva o automática.
Un comentario en “Gotama, el Buda: no un místico religioso”