Desde que volví de mi periplo asiático que estaba deseando hacerlo. Sentía que necesitaba, de alguna forma, retirarme un tiempo breve para retomar más profundamente mi contacto con todo lo que hice en el viaje, para recoger frutos que había negligido un poco desde que puse lo pies otra vez en mi urbe natal. Quería recuperar esa “cosa” que vibraba en mí (perdonad que no sea más preciso) al salir de un mes de retiro cerca de la capital birmana de Yangon. Lo perfecto habría sido poder apartarme unos cuantos días fuera de la ciudad, pero no estoy de vacaciones; y como no quería rendirme por eso, decidí hacer algo que fuera mejor que nada: un mini retiro de fin de semana en casa.
No iba a ser lo mismo que estar en un monasterio o centro de retiros (iba a estar en mi casa, con mis cosas de siempre y sin el apoyo de otra gente haciendo lo mismo que yo), pero podía intentar acercarme lo máximo posible a las condiciones favorables desde una actitud flexible y conciliadora. En retiro, todas las actividades se vuelven una meditación, todo es una ocasión para practicar. Obviamente la idea es ir incorporando eso a la vida diaria, pero hay que ir paso a paso. Rememoré las actividades que han llenado mis retiros: sesiones formales de meditación sentada, meditación caminando, ayudar cortando vegetales o fregando platos en la cocina, comer con atención o en silencio, leer, escuchar charlas de los maestros y asistir a las entrevistas individuales o de grupo (sesiones de preguntas). Y busqué para cada una de esas cosas un relativo casero.
Para empezar, hice saber a mis amigos, compañeros de piso y por la redes sociales que estaría desconectado un par de días y que sólo encendería el móbil por las noches para cosas importantes. Y ya tuve que modificar mi plan puesto que el viernes por la noche llegué de trabajar a las 3:30 de la madrugada y el sábado al mediodía tenía un compromiso para comer. Ningún problema: pedí que no prepararan carne para esa comida, asumí que la mañana del sábado sólo sería medio-reclusión y decidí alargar el retiro casero hasta lunes a la hora del almuerzo.
El sábado, empecé el día con una meditación guiada (un audio). Por la tarde, entre sesiones de meditación sentada, salí a dar un paseo intentando mantener la atención, y antes de volver a casa me senté en una terraza tranquila a leer dos capítulos de un libro de dharma que sé que me llena de entusiasmo para practicar. El paseo me sirvió como meditación andando, aunque en muchas tradiciones eso se hace de forma muy lenta y yo, evidentemente, por la calle tuve que ir a paso ligero. Por la noche, seguí haciendo meditaciones y leí un sutra al azar del Majjhima Nikaya.
Domingo era el día entero de retiro o, como yo lo llamé realmente, reclusión-desconexión. Por la mañana hice dos sesiones de meditación separadas por un paseo (meditación caminando, a ritmo normal). Cuando estaba en el monasterio en Myanmar, uno de mis momentos favoritos eran las entrevistas en grupo con el maestro, Sayadaw U Tejaniya. (Sayadaw es el título respetuoso que se usa con los maestros birmanos, equiparable al taiandés “ajahn” y al tibetano “lama” o “rinpoché”.) Además de poder expresar mis dudas y dificultades, las preguntas de mis compañeros correspondían a menudo con cosas que me sucedían a mí pero no me atrevía a preguntar, o desvelaban un enfoque distinto al que yo estaba teniendo. El intercambio entre las experiencias de los meditadores y las respuestas de Sayadaw era revigorizante, y la serena convicción con la que hablaba Sayadaw, junto con sus agudas observaciones, nos llenaba a todos de interés por la meditación y la experiencia humana en sí. Al salir de esas reuniones, ya tarde, tenía unas ganas enormes de ir a dormir sólo para poder levantarme al día siguiente lleno de energía y empezar a meditar y a observar mi mente. Grabé con mi teléfono algunas de esas sesiones, y decidí escuchar una el domingo, cosa que me devolvió al monasterio y a todo el entusiasmo por la práctica con que salí de ahí.
Con toda la inspiración, preparé la comida, atento y en silencio. No comí solo, y eso me permitió practicar un poco el habla, la comunicación. Por la tarde decidí variar un poco el estilo de meditación y, en una de las sesiones, en lugar de practicar atención a la respiración o vipassana, practiqué metta (amor benevolente, bondad amorosa, amabilidad, amistosidad…). Como componente un poco más teórico o intelectual del retiro, escuché la primera parte de una serie de conferencias de John Peacock titulada “Buddhism before the Theravada” y que resultó ser una exposición lúcida y concisa del entorno social, cultural y religioso del norte de la India en la época del Buda: muy interesante. Y para no descuidar la realidad física, salí a correr un rato intentando mantener la conciencia plena todo el rato. Terminé el domingo con más meditación sentado. Y así empecé el lunes, día en que terminaba mi breve retiro casero a la hora de comer.
Antes de mis conclusiones, quiero repasar los motivos de realizar esa reclusión. Todo el mundo que haya ido a un retiro conoce el poder de ello y, por lo tanto, su importancia. Son pequeños paréntesis que permiten un espacio para la reflexión y la renovación, inyectan entusiasmo y serenidad, y aunque sean breves ya dan frutos en forma de nuevos descubrimientos, ideas, pequeños destellos de sabiduría. Ayudan a seguir adelante en la vida y a revigorizar la práctica del dharma, así como profundizar en nuestra comprensión de las enseñanzas y de nosotros mismos. Pero uno no siempre dispone del tiempo o el dinero para acudir a esos retiros. O quizás no los encuentra de su gusto en su zona. En estos casos, y repitiendo que esta reclusión casera no fue equiparable a un señor retiro, creo que sigue siendo mejor un apaño de fin de semana que nada. De verdad. Comprobado.
Yo encontré que, aunque inevitablemente esperaba más, fue muy buena experiencia. En futuros intentos provaré de alargarlo un poco, o de hacerlo un poco más estricto añadiendo un horario más rígido, guardando silencio, etc. Aunque fue suave, como pequeña reconexión con la práctica plena del dharma, un poco más allá de la usual meditación diaria y lectura ocasional, creo que fue una gran idea: y lo recomiendo mucho. De hecho, ese modo de retiro de estar por casa (nunca mejor dicho) me gustó y me parece que voy a repetirlo una vez al mes. Incluso en algún momento más relajado del fin de semana se me ocurrió que, suavizando un poquito más esa medioreclusión, ahí estaba mi punto perfecto de vivir en el mundo pero practicando y estudiando el dharma. Un efecto principal de ese retiro casero fue ver opciones. Vi opciones de cómo vivir, quizás dividiéndome los días entre el dharma y las demás actividades, o hacer más retiros caseros, o días sueltos de práctica más intensa, o reservarme cada semana algunas mañanas o tardes para más meditación y estudio, etc.
Seguiremos investigando y buscando maneras de incorporar el dharma a nuestras vidas, a nuestra cultura y nuestros tiempos. Os animo a provar algún tipo de retiro casero y a compartir aquí abajo vuestra experiencia, o a comentar vuestras sensaciones y pensamientos acerca de los retiros budistas o de meditación.
Muchas gracias por tu comentario, a mi me pasa mu parecido.
Estoy interesado en practicar distintas meditaciones a distintas horas del día. ¿Donde puedo conseguir meditaciones guiadas?.
Hola Nicolas. En inglés hay mucho material en internet, la mayoría concentrado en http://www.dharmaseed.org, donde las charlas y las meditaciones guiadas están organizadas por cursos, por maestros, por centros… ¡Es una web estupenda!
Hace poco descubrí que en otra web parecida, audiodharma, hay una sección de audios en español: http://www.audiodharma.org/talks/?search=language%3A+Spanish (yo personalmente no he escuchado ninguno aún, pero puedes darle una oportunidad).
Asimismo, hay maestros que comparten algunas meditaciones guiadas en sus páginas web.
¡Buena suerte!
Gracias por este blog, desde hace unos meses estoy leyendo a Batchelor y practicando meditacion, poco a poco pero voy haciendo. Saludos!
Gracias Marta. Manténte al día siguiendo el blog por email o suscribiéndote al Boletín Ocasional. Vamos mandando a veces recordatorios de los artículos, y cuando se monten eventos o encuentros avisaremos por ahí también.
Muy bueno el artículo. Medito cada mañana a las 5 am, 1 h y es muy reconfortante, después hago un poco de pranayamas
Me anima que otros lo hagan. Se descubren muchas sensaciones que en estado natural ni nos damos cuenta que existen. Un abrazo.