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Hace unas semanas salí a correr un rato por una avenida, no muy lejos de mi casa. Unos días antes había ido con un amigo y mi poco “aguante” me había preocupado, incluso teniendo en cuenta que hacía casi un año que no salía a hacer jogging — o, como se ve que hay que llamarlo ahora, running. Así que repetí la operación, mejoré mi marca; pero la tercera salida, esta vez yo solo, fue igual que la primera. Sakyong Mipham Rinpoche (en la foto), hijo de Chögyam Trungpa Rinpoche y jefe del linaje Shambhala de budismo americotibetano, es conocido, entre otras cosas, por salir a correr con regularidad, hacer maratones y publicar un libro llamado «Running with the mind of meditation«. Un par de años atrás había intentado aplicar la atención al cuerpo durante el ejercicio, tomándomelo como otro tipo de meditación. Pero esta vez no estaba funcionando.
Mientras volvía a casa, cansado y decepcionado, me dejaba pisotear por pensamientos y sensaciones de todo tipo: frustración, resistencia, desánimo, baja autoestima… Alternaba quejarme a mí mismo y tenerme compasión, pasaba del victimismo a la autoflagelación, del “me rindo” al “¿pero cómo puedes rendirte? ¿No ves que ésa falta de fuerza de voluntad y constancia es precisamente el problema?” “Vale, tienes poca forma física pero sabes que podrías haber aguantado como mínimo cinco minutos más. No creo en mí. Y si no creo en mí, entonces sí que no valgo nada, etc.” Y pensamentos por el estilo, que se sucedían y retroalimentaban creciendo hacia metas aún menos agradables que la penosa ruta que había hecho por esa avenida arbolada.
Decidí analizar los hechos sin tomármelo tan personal (o para usar terminología tradicional, desde la perspectiva de anatta: no-yo). De acuerdo. De natural soy flojillo y encima hace mucho tiempo que no hago ejercicio. Y llevo una vida muy sedentaria. Además de vivir en una ciudad (que si metro, que si autobús, que si un taxi…) todo lo que hago es no sólo quieto, sino sentado: me gusta leer, paso horas delante del ordenador, medito (el colmo de la inacción corporal) y mi trabajo consiste en estar ¡sentado delante de un piano…! Vaya cóctel. Y para más inri salí solo y sin tan siquiera música. Realmente, conociendo mi falta de voluntad con precisamente un ‘punto débil’ mío, parecía haberme puesto todos los ingredientes para rendirme antes de tiempo.
Y una vez en casa, más tranquilo, entendiendo la situación pero sin caer en la condescendencia, se me encendió la lucecita: ¡las cuatro tareas! ¿No son una guía para aplicar a cualquier situación de la vida? ¡Pues apliquemos el ‘método ASPA’! Rememoremos: aceptar y acoger dukkha, soltar lo que surge en contacto con y como reacción a dukkha, parar la reactividad y experimentar su cese y, desde ese espacio, actuar de forma diferente y más creativa. En ese caso, yo lo apliqué de la siguiente forma.
Acoge: condición física muy pobre. mi cuerpo ahora responde mal al esfuerzo físico. poca fuerza de voluntad. Así es la situación actual, hay que aceptarla en su globalidad y entender que simplemente depende de diversas causas.
Suelta: la frustración, los sentimientos de culpa, el anhelo de ser ‘mejor’, de que la situación fuera distinta, el rechazo, el desánimo y el no valgo nada.
Para: tomarme las cosas arriba descritas en la consideración justa que se merecen (es decir, poca y con cierto escepticismo), intentar tanto como pueda que no condicionen cómo actúe luego. Hacerles poco caso hasta que desaparezcan.
Actúa: practicar el esfuerzo apropiado, es decir, humilde y realista pero persistente, estando más interesado en el proceso que en los resultados. Y si acabo decidiendo que no me funciona, probar con otras formas de ejercicio físico y de mantenerme más activo y sano.
Creo que todos identificamos como gran dificultad el «soltar.» No se puede hacer a la fuerza, se llega desde el acogimiento y la aceptación, puesto que no se puede intentar desembarazarse de ciertas reacciones sin antes admitir la situación de la que nacen. Y al mismo tiempo, aceptar la situación es sinónimo de soltar el rechazo o la negación. De hecho, siempre me ha parecido que las dos primeras tareas están tan ligadas que son casi la misma. Cuesta mucho, por costumbre. Pero hay una genial idea del Buda que llega aquí en nuestra ayuda: podemos «usar la percepción de no-yo como estrategia para desmontar ese aferramiento. Siempre que te descubras identificándote con algo estresante e inconstante, te recuerdas que es no-yo: no vale la pena aferrarse a ello, no vale la pena llamarlo tu yo (SN 22.59).» Si nos liberamos de la idea de que yo soy mis ideas y mis emociones y las tratamos como un objeto más, ganaremos un poco de espacio. Toda esa nube negra psicológica que padecí volviendo a casa, como contaba al principio del texto, eran cosas que se me ocurrían. Y pensad en el verbo ocurrir. Son/eran cosas que sencillamente suceden. Pues quitemos el «se»: eran cosas que me ocurrían. Esas ideas y emociones ‘no son yo, no son mías, no son mi yo’ (parafraseando al Buda) y hay que intentar que seguirles la corriente sea opcional, voluntario.
Por supuesto, todo eso no es tan fácil. Para mí el modelo ASPA no es una fórmula mágica que solucione nada por sí sola ni te desvele la respuesta a cualquier conflicto, pero sí me sirve como forma de plantear ciertas cosas, me ayuda y me guía y aquí lo comparto como ejemplo de cómo aplicar las cuatro tareas a un caso concreto y cotidiano de mi vida. Quizás a alguien le sirve de inspiración para aplicarlo a otras áreas, o aplicarlo de manera un poco diferente. El ejemplo podrá parecerles a algunos muy de estar por casa (lo es), poco “digno” de la profundidad budista: cierto, a mí de entrada me parecen más interesantes las cuatro tareas aplicadas a fines más “elevados”, para plantear cómo acoger las situaciones en las que uno se encuentra, soltar las obstáculos reactivos que nos estrechan miras y, libres de su dominio, poder actuar de forma menos egocéntrica, más práctica para el conjunto, más ética…
Pero, si bien esto del running puede parece un tanto banal, no deja de ser otro ejemplo de cómo tratar con las emociones, otra situación más en la que yo me he encontrado y en la cual, en mitad de un torrente de ‘surgimientos’, se me encendió la lucecita de la atención plena, hice el clásico “ahá” y decidí ver las cosas de otra forma y actuar de manera distinta. Y compartirlo.
PD: Ah, por cierto, quien quiera echar un vistazo a la web de Sakyong Mipham runningmind.org encontrará audios con instrucciones y ¡»running-meditaciones» guiadas! También he encontrado la página runningbuddha.com
Un comentario en “Un meditador sale a correr”