Cada vez son más los maestros y estudiosos que, con el privilegio actual de poder acceder a todas las fuentes conservadas de las tradiciones budistas, y de hacerlo desde una perspectiva histórica y lingüística más informada que nunca antes, señalan la problemática de la doctrina del no-yo, que aseguran es la enseñanza más incomprendida, distorsionada y mal representada del Buda. Resulta interesante ver que, en las fuentes más antiguas (el canon pali), el Buda no utiliza la expresión “no tener yo” sino “no ser yo” o “ser no-yo”, en esos textos uno no lee que no exista el yo, sino que las formas, las percepciones… no son yo. Tengo la sensación, personalmente, que se trata más bien de una enseñanza pragmática sobre una actitud psicológica, y no una descripción ontológica o metafísica de la realidad. De hecho, en el Dhammapada (verso 80), el Buda parece animar a construir con esmero un yo: “Así como un campesino riega su campo, así como un arquero endereza su flecha, así como un carpintero talla un pedazo de madera, así el sabio disciplina el yo.” (Dependiendo de la traducción, dicen “se disciplina a sí mismo” y otras variantes).
Creo que una visión pragmática y bien comprendida de la enseñanza del no-yo puede ser muy útil hoy en día. Me ha gustado mucho un breve y sencillo artículo de Thanissaro Bhikkhu, experto en el canon pali, publicado en la sección “Lo que el Buda nunca dijo” de la revista Tricycle. El contenido no es en sí un enfoque secular, sino theravada; pero creo que el mensaje puede ser útil, y quizás sigamos investigando el tema. Lo traduzco a continuación [mis notas entre corchetes. La negrita es mía]. Espero que lo disfrutéis:
El Buda iba con cuidado al clasificar preguntas según cómo debían ser contestadas, basándose en cuán útiles resultaban para alcanzar el despertar. Algunas preguntas merecían una respuesta categórica, es decir, una que es cierta de forma universal. Algunas las contestó analíticamente, redefiniendo o refinando los términos antes de responder. Otras requerían contestar con una pregunta, para clarificar el tema en la mente de quien preguntaba. Pero si la pregunta era un obstáculo en el camino, el Buda la ponía a un lado.
Cuando Vacchagotta el errante le preguntó directamente si había o no un yo, el Buda se quedó en silencio, lo que significa que la pregunta no tiene una respuesta provechosa. Como luego explicó a Ananda, responder sí o no a esta cuestión hubiera sido apoyar a extremos opuestos de visión errónea (Samyutta Nikaya 44.10). Algunos han argumentado que el Buda no respondió que “no” porque Vacchagotta no iba a comprender la respuesta. Pero hay otro pasaje en el que el Buda aconseja a todos los monjes que eviten involucrarse en preguntas del tipo “¿Qué soy?”, “¿Existo?”, “¿No existo?” porque conducen a respuestas como “Tengo un yo” y “No tengo un yo”, y ambas son un “matorral de opiniones, un retorcimiento de opiniones, una contorsión de opiniones” que se interponen en el camino del despertar (Majjhima Nikaya 2).
Entonces, ¿de dónde sale la idea de que el Buda dijo que no hay yo? El culpable principal parece ser la cultura de debate de la India antigua. Los maestros religiosos se enfrascaban a menudo en debates públicos sobre cuestiones candentes de esos días, tanto para atraer adeptos como para buscar apoyo de reyes. El Buda advirtió a sus seguidores de que no entraran en esos debates (Sutta Nipata 4.8), en parte porque una vez el mecenas de un debate hubiese propuesto una pregunta, los debatientes no podrían seguir la política del Buda de poner a un lado cuestiones inútiles.
Generaciones posteriores de monjes olvidaron la advertencia y pronto se encontraron en debates donde debían concebir una respuesta budista a la pregunta de si hay o no un yo. El Kathavatthu, un texto de abhidhamma atribuído al tiempo del Rey Ashoka, contiene la versión existente más antigua de la respuesta “no.” Dos obras literarias populares, el Buddhacharita y el Milinda Panha, ambos de aproximadamente el primer siglo de nuestra era, colocan este “no” en el centro del mensaje del Buda. Textos más tardíos, como el Abhidharmakosha Bhashya, proporcionan respuestas analíticas a la pregunta de si hay un yo, diciendo que no hay un yo personal pero que cada persona tiene un “yo de dharma” compuesto de cinco agregados: forma material, sensaciones, percepciones, fabricaciones mentales y conciencia. En el presente tenemos nuestras propias respuestas analíticas a esa pregunta, como la enseñanza de que aunque no tenemos un yo separado, tenemos un yo cósmico —una enseñanza, por cierto, que el Buda seleccionó para especial mofa (MN 22).
“No hay yo” es el yayo de las falsas citas budistas. Ha sobrevivido durante tanto tiempo por su parecido superficial con la enseñanza de anatta, o no-yo, la cual fue una de las herramientas del Buda para poner fin al aferramiento. Aunque no afirmó ni negó la existencia de un yo, sí que habló del proceso por el cual la mente crea muchas concepciones de yo —lo que llamó “hacer yo” o “hacer mí”— mientras persigue sus deseos.
En otras palabras, se centró en el karma de “yoar” [hacer yo]. Puesto que el aferramiento está en la raíz del sufrimiento, y puesto que hay aferramiento en cada sensación de yo, aconsejó usar la percepción de no-yo como estrategia para desmontar ese aferramiento. Siempre que te descubras identificándote con algo estresante e inconstante, te recuerdas que es no-yo: no vale la pena aferrarse a ello, no vale la pena llamarlo tu yo (SN 22.59). Esto te ayuda a soltarlo. Cuando haces esto lo suficiente, puede conducir a despertar. De esta forma, la enseñanza del no-yo es una respuesta no a la pregunta de si hay o no un yo, sino a la pregunta que el Buda dijo que estaba en la base del discernimiento: “¿Qué, al hacerlo, me llevará al bienestar y felicidad de largo plazo?” (MN 135). Encuentras felicidad verdadera al soltar.
El Buda y sus discípulos encontraron que algunas formas de ‘hacer yo’ eran útiles en el camino, como cuando desarrollas una concepción de uno mismo atento y responsable, confiado en que podrás manejar la práctica (Anguttara Nikaya 4.159). Mientras estás en el camino, aplicas la percepción de no-yo a todo lo que te podría descarriar. Sólo al final aplicas esta percepción al camino mismo. En cuanto a la meta, es posible desarrollar una sensación de aferramiento acerca de la experiencia de lo inmortal, así que el Buda te aconseja de que veas incluso eso como no-yo (AN 9.36). Pero cuando ya no hay más aferramiento, no necesitas percepciones de yo o de no-yo. No ves el sentido de responder la pregunta de si hay o no hay un yo porque has encontrado la máxima felicidad.
La creencia de que no hay yo, de hecho, puede ser un estorbo en el camino. Como el Buda hizo notar, la contemplación del no-yo puede conducir a una experiencia de vacío [hueco, nada; no se refiere al concepto mahayana de vacuidad] (MN 106). Si tu propósito al practicar es negar el yo —quizás por querer escapar de las responsabilidades de tener un yo— puedes fácilmente interpretar la experiencia de vacío como la prueba que buscabas: un signo de que has llegado al final del camino. Sin embargo, el Buda advirtió que el aferramiento sutil puede persistir incluso en esa experiencia. Si ya piensas que has llegado al despertar, no irás tras el aferramiento. Pero si aprendes a continuar yendo tras el aferramiento, incluso en la experiencia de vacío, tendrás la oportunidad de encontrarlo. Sólo cuando lo encuentres podrás entonces soltarlo.
Así que es importante recordar a qué preguntas pretendía responder la enseñanza del no-yo, y a cuáles no. Tener esto claro puede marcar la diferencia entre un falso despertar y el de verdad.
Fuente: http://www.tricycle.com/what-buddha-never-said/there-no-self
Otro artículo traducido de Thanissaro Bhikkhu: Pensamientos dispersos
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Me ha gustado mucho, muchas gracias.
Trascendente tema vinculado a la neurociencia, a la psiquiatría y por cierto al budismo. Saludos de un «zazenista»…no budista. Gracias.
Mira, eso compartes con Gautama: él también era zazenista y desde luego no era budista 🙂
¿Para vosotros qué es exactamente ser «budista»? Porque creo que tienen cierto sesgo contra la palabra…
Es un buen artículo, no existe respuesta a si hay yo o no-yo. La doctrina de no-yo es solo un revulsivo al apego excesivo a la yoidad. Nuestras vidas son ríos, flujos de la vida. ¿El rio existe o no existe? Nunca encontrarás en un río dos veces el mismo átomo de agua, todo está en constante movimiento y cambio, ¿qué es estable en un rio para llamarlo «cosa» alguna?. Y sin embargo en cierto sentido existe. Idem con nuestra mente. Idem con todo. La doctrina de Buddha se amplia a todo, todo es sin entidad estable intrínseca, vácuo, lo cual no significa que no exista.
Cuando era un joven estudiante de Zen, Yamaoka Tesshu solía ir de un maestro a otro. En cierta ocasión hizo una visita a Dokuon, que vivía en el monasterio de Shokoku. (Uno de los cinco templos de Kyoto en el período Kamakura).
Ansioso por demostrar sus conocimientos, Yamaoka declaró: «La mente, el Buda y todos los seres vivientes, al fin y al cabo, no existen. La verdadera naturaleza de los fenómenos es el vacío. No hay realización, no hay ilusión; no hay sabiduría ni ignorancia. No hay nada que dar, nada que pueda ser recibido».
Dokuon, que fumaba tranquilamente, no hizo comentario alguno. De repente, se levantó y golpeó fuertemente a Yamaoka con su pipa de bambú. El joven estudiante montó en cólera.
«Si nada existe», inquirió Dokuon, » ¿de dónde viene esa furia?».
Muy bueno.
Muchas gracias. Por esto doy un siguiente paso al budismo