Mientras trabajaba como enfermera con pacientes terminales, Sophie Boyer descubrió la meditación. Tras varios retiros largos, se ordenó monja budista, pero colgó los hábitos dos años después. Nacida en Francia en 1972, es alumna de Martine Batchelor.
Bernat Font: Tu primera memoria del budismo es una foto del Dalai Lama en una revista. ¿Cuántos años tenías?
Sophie Boyer: Unos 12 años. Pero mi segundo y principal encuentro con el dharma fue con veintipocos, cuando trabajaba con gente mayor y moribundos. Me resultaba difícil afrontar el sufrimiento de la enfermedad y la muerte sin sentirme abrumada y empecé a buscar formas para superarlo. No encontraba respuestas en la tradición católica en la que me había criado, y fui a un retiro con Sogyal Rinpoché. Ahí es donde me interesé mucho por lo que la meditación tenía que ofrecer. Quería comprender por qué sufrimos tanto y encontrar una salida.
BF: Pero no te quedaste con el budismo tibetano, ¿cierto?
SB: Era difícil identificarse con todos los rituales, estatuas y visualizaciones. No me estaba funcionando. Un día vi a Martine Batchelor en televisión hablando de soltar, desaferrarse, y pensé: “¡Quiero conocer a esta persona!” Ella y Stephen ofrecían un retiro de cuatro días en las afueras de París. Fue mi primer retiro residencial, con muchas horas de meditación sentada y caminando, y me sentí totalmente como en casa.
BF: Supongo que esto cambió tu trabajo de enfermera y a ti personalmente.
SB: Sí. De repente había un herramienta disponible para hacer frente al sufrimiento. Poco a poco fui entendiendo que, en lugar de escapar de lo que es difícil o doloroso, el acto de aceptarlo podía ser liberador y curativo. En realidad, podemos aprender a estar interesados en lo que está sucediendo en nuestro interior en lugar de combatirlo. En términos de experiencia, la sensación es bastante diferente.
BF: De un retiro con los Batchelor a hacerse monja theravada en Myanmar hay un trecho.
SB: ¡Tal fue el shock de encontrarme con Martine y Stephen y con la meditación, que tenía sentido continuar! Empecé con un retiro de una semana y luego un mes de retiro solitario en Gaia House. Fue desafiante y experimenté cierta ansiedad y miedo, pero era excitante e interesante ver lo que sucedía en mi mente.
Entonces, el siguiente paso fueron varios retiros de tres meses en la Insight Meditation Society en Barre, Massachussets. Ahí conocí a una monja que volvía a Myanmar y me fui con ella. Me llevó al centro de Sayadaw U Tejaniya. Más tarde, me ordené monja en un monasterio en las montañas, bajo la guía de Sayadaw U Khantidhaja.
BF: Con todos estos retiros, debes de haber mejorado mucho.
SB: No sé si la palabra adecuada es mejorar, pero con el tiempo y la práctica uno entiende que relajarse es un componente importante del retiro.
BF: ¿Crees que a veces abordamos la meditación con cierta tensión?
SB: Sí, es habitual al principio. Estamos haciendo algo nuevo que nos importa y solemos tener muchas expectativas e ideas preconcebidas sobre qué es la meditación y qué experimentaremos. Pero esto se va con el tiempo.
BF: ¿Qué te llevó al deseo de ordenarte monja?
SB: Aunque era muy sincero, parte de eso era una fantasía que quería cumplir. Y una vez me hube ordenado me di cuenta enseguida de que la realidad era muy distinta [risas]. Pero también quería ver si hacerme monja aportaría algo a mi práctica.
BF: ¿Y fue así?
SB: Hacerme monja fue un acto de desapego que nunca trajo decepción alguna. Volar hasta Myanmar fue un acto de fe, de confianza. A pesar de tener ahorros, no estaba ganando nada de dinero ni planificando mi jubilación. No tenía garantías ni plan B.
Durante mi tiempo como monástica, mis necesidades básicas siempre estuvieron cubiertas y estuve rodeada de gente muy amable y bondadosa. Me sentía en los brazos de la existencia, desarrollé una increíble confianza en la vida. Por supuesto, no fue fácil cada día, también hubo retos y dificultades que afrontar.
BF: ¿Como cuáles?
SB: Las meras condiciones de vida, muy simples, el clima y una infección bastante grave. En emergencias de un hospital, me di cuenta de que podía estar a las puertas de la muerte. Fui enfermera en un hospital para enfermos terminales y, ahora, por primera vez, estaba al otro lado, tumbada en una cama. Pero venía de un retiro y mi mente estaba bastante estabilizada así que, aunque surgieran pensamientos de preocupación, en el fondo no había miedo, sólo paz y verdadera aceptación. De todos modos no estaba sanando y tuve que abandonar el país. En cuanto estuve lo suficientemente bien como para tomar un avión me fui a Malasia y, unos meses más tarde, volví a Europa.
BF: ¿Esta experiencia fortaleció tu camino?
SB: Fortaleció my confianza y mi comprensión de la importancia de soltar o desaferrarse en nuestra vida diaria. Podemos abordar aquello que más nos aterra con amabilidad y aprender a hacer amistad con eso. No estoy diciendo que cambiara de la noche a la mañana y ahora pueda soltar todo. Sabemos que no funciona así. Pero esa experiencia nutrió mi práctica y reforzó lo que había estado siguiendo intuitivamente.
BF: Pero al final colgaste los hábitos.
SB: En occidente es difícil ya que no existe una cultura de apoyar y financiar la vida monástica; aunque esto está cambiando, especialmente en los EEUU. Pero se volvió muy difícil para mí. Era insostenible. Esto no significa que otros monjes y monjas tengan que encontrarse con lo mismo que encontré yo.
BF: Así, ¿fue una decisión pragmática?
SB: Bueno, también empezaba a tener dudas. Veía que, digamos lo que digamos, el budismo está teñido por una cultura, por creencias que a veces tienen poco que ver con la esencia del mensaje del Buda. Como occidental, resultaba difícil relacionarme con un marco asiático repleto de creencias culturales con las que no me podía identificar. Sin embargo fue una práctica excelente.
BF: Alguna gente se identifica con un marco asiático, o por lo menos lo pretenden. ¿Deberíamos preguntarnos cuán honestos son consigo mismos y con sus raíces?
SB: Es una buena pregunta. Zambullirse en un entorno completamente distinto puede ser una buena práctica: podemos cultivar la apertura y reconocer nuestro propio condicionamiento, por ejemplo. Supongo que para algunos es más fácil que para otros. Pero al cabo de un tiempo quizás descubramos que algunas de esas diferencias más bien tienen que ver con dogmas y, en esas situaciones, es útil practicar el criterio.
BF: ¿Con qué tipo de dogma tuviste problemas, en Asia?
SB: La diferencia de trato entre monásticos hombres y mujeres, por ejemplo. ¿Por qué? ¿En qué se basa? ¿Quién lo dijo? ¿No es sólo una norma añadida por hombres? Fue difícil relacionarse con eso. O inclinarme ante un monje sólo porque es un hombre. Al principio, cuando llegué al monasterio de U Tejaniya, pensé: “¿Por qué tengo que inclinarme ante este tipo? No le conozco.” Y luego me hago monja y tengo que inclinarme ante un monje que tiene 5 años sólo porque es un hombre – ¿por qué? Pero como era muy sincera, me lo tomé realmente en serio. Me dije “vale, veo la dificultad y el reto que esto supone para mí,” y ésta fue la parte interesante. De todas maneras, una vez hube reconocido lo que me creaba rigidez y comprendido que el ego tenía mucho que ver, seguía sin tener sentido para mí hacer aquello.
Que cuestione un dogma no implica que esté reaccionando en su contra desde mi condicionamiento personal. Si un dogma es bueno, tiene sentido y conduce a la libertad, ¿por qué no considerarlo?
BF: Interesante. Sugieres que no deberíamos decidir si aceptamos o no ciertos conceptos o comportamientos del budismo asiático basándonos en nuestro rechazo instintivo, el cual hemos de superar primero. Nuestra crítica debería basarse en la experiencia, no en una simple comparación con nuestras costumbres.
SB: Si eliges aplicar el dharma incluso en esto, te vuelves consciente de cómo reaccionas. La pregunta, entonces, es si una práctica determinada nutre tu camino y si responde a los motivos por los que fuiste a ese lugar o empezaste esa práctica. Si la respuesta es no, mejor que consideres qué estás haciendo ahí. Si al inclinarte ante alguien notas resistencia, que surge por ejemplo del orgullo, creo que es importante admitirlo y trabajar en ello. Pero una vez este orgullo se ha superado, ¿qué aporta a tu práctica el inclinarte ante un monje de 5 años?
BF: ¿Y si a alguien le funciona?
SB: Entonces ningún problema, adelante.
BF: ¿Hubo un momento, entonces, en el que llevar los hábitos ya no nutría tu práctica?
SB: Fui tan lejos como pude, saqué mucho provecho de ello pero luego ya no fue necesario. Mi vida iba en otra dirección, así que colgar los hábitos fue mi nuevo reto. Primero fue como convertirse en una monástica laica, era difícil desidentificarme del rol de monja y sentí que había sido más fácil dejar la vida laica que volver a ella.
BF: ¿Por qué?
SB: Por cuestiones muy pragmáticas. Tenemos que ganarnos la vida, volvemos a las circunstancias del mundo moderno, y los patrones y costumbres de nuestra anterior vida laica pueden reaparecer con bastante facilidad. La práctica formal es una cosa y las condiciones son otra. Volvemos a condiciones laicas y vuelven las cosas de siempre.
BF: Ya hace un tiempo que volviste a ser una persona laica. ¿Cómo has integrado lo que aprendiste en tu nueva vida laica?
SB: Ahora mismo estoy trabajando para una agencia de viajes que ofrece vacaciones orientadas al desarrollo personal. También he empezado a ofrecer instrucciones básicas de meditación en algunos lugares. El año pasado di una serie de seminarios sobre meditación en el Earthfire Institute, un refugio para animales salvajes donde había pasado una temporada en retiro. Lo llamamos “Entrando en el silencio, escuchando el sonido de la vida.”
BF: ¿Aspiras a convertirte en maestra?
SB: Aspiro a cultivar lo que he aprendido y, de alguna forma, compartirlo. Es un reto fantástico el de poner el dharma en la perspectiva de la secularidad, un dharma basado sencillamente en valores humanos universales antes que ser algún tipo de práctica exótica o esotérica, un dharma que promueva el cuidado de los demás, la amabilidad, la compasión, y que tenga en cuenta grandes cuestiones como el calentamiento global.
BF: ¿Qué piensas de los discursos contrarios a reformar el dharma para occidente?
SB: Veo miedo al cambio y puedo comprenderlo. Con cada cambio hay siempre el potencial de perder algo en el camino, hay que ser cuidadosos. Pero creo que esta evolución es necesaria.
BF: En su proceso de asimilación en occidente, ¿cómo podemos evitar que el dharma se convierta en nada más que una herramienta para relajarse, un producto más al servicio del consumismo capitalista?
SB: Con ética, criterio, un corazón abierto, y revisando nuestras intenciones. La conciencia plena [mindfulness] es una herramienta fantástica: ¿cómo decidimos usarla? Necesitamos revisar nuestras intenciones una y otra vez.
La página web sobre Budismo Secular en lengua castellana y la de Aotearoa – Nueva Zelanda se han juntado para realizar y ofrecer una serie de entrevistas con conocidas (y no tan conocidas) personalidades budistas de todo el mundo. Habiendo desarrollado los temas y preguntas centrales a cuyo alrededor girarán las entrevistas, queremos presentar las historias y los puntos de vista de maestros, académicos, pensadores, traductores, practicantes veteranos… todo tipo de personas relacionadas con el dharma, y en especial aquellas involucradas en el viaje de las enseñanzas del Buda hacia el mundo moderno. Gracias a esta colaboración, las entrevistas se publican en castellano en este blog y en inglés en http://secularbuddhism.org.nz
____________________
Si valoras el contenido de este blog dale a ‘Seguir’ en el menú de la derecha; también puedes mostrar tu apoyo al trabajo y tiempo dedicados con una donación y ayudarme a mantener viva (y sin publicidad) esta web. ¡Gracias!
Muy valiente. Felicidades
Siento que la experiencia tiene mucho en común con las vivencias de la mia (si bien fue como monja en una orden contemplativa católica y salí de ella hace ya más de 20 años). Me da profunda alegría la lucidez de Sophie y la coherencia de su búsqueda. Gracias por compartir esta entrevista.