Poco a poco, y con el habitual retraso frente al mundo anglosajón, el mindfulness se va filtrando en nuestra sociedad, especialmente al mundo de la empresa. A eso alguna gente responde con entusiasmo y otra con indignación o sensación de declive. Lo segundo es la reacción de moda entre budistas y meditadores con currículum, los que podrían pensar «Yo medito desde hace tiempo, no porque me haya subido ahora al carro del mindfulness.»
La noticia, que compartió el abad zen Dokushô Villalba en su muro de facebook, es que «Repsol y Mahou San Miguel se apuntan a la meditación.» Y la verdad es que, pasada la reacción automática de descrédito inicial, a mí me parece fantástico. Creo que la introducción de la meditación en un entorno raramente puede ser algo negativo, y no encuentro argumentos para oponerme a que las personas que trabajan en esas empresas, en la posición que sea, mejoren su calidad de vida, independientemente de que me guste o no lo que hacen esas corporaciones y el modelo económico actual del que forman parte. Y en lugar de dejar que las discrepancias y reservas que uno pueda tener respecto a esas iniciativas nos hagan decir «no» a ellas, prefiero pensar que es un buen inicio, pero que hay cosas a mejorar.
En mi opinión, y la de muchas otras personas, el problema de este fenómeno no es que sea negativo en sí sino incompleto; por lo menos a la luz de la visión budista de la vida humana y su potencial. El Buda situó la atención plena junto a otros siete factores que se interrelacionan creando un camino vital más despierto. Y el despertar, o la libertad, no se reduce a una mejor gestión emocional sino que también incluye la ética como parte esencial de esta visión del bienestar humano.
Los estudios demuestran que quien lo practica [el mindfulness] reduce el estrés, es más productivo, más feliz y goza de mejor salud. Se convierten en personas más comprensivas y compasivas y les da herramientas para resolver problemas.
Uno de los miedos habituales es que el mindfulness anestesie a los trabajadores, incrementando su tolerancia al estrés y, como golpe colateral, reduciendo su capacidad de discernir malas condiciones laborales. Como en la cita de arriba, lo más habitual es que las empresas citen la mejora en productividad como uno de los incentivos a la hora de sumarse al tren de la meditación. Pero ¿se cuestiona si el modelo del eterno crecimiento (de la producción, del consumo y de la productividad de las personas) es en si compatible con el bienestar a gran escala? ¿Es paliar los efectos sin cuestionar el modelo que los origina como tomar medicamentos para la pérdida de peso sin cambiar la dieta?
Según el artículo, «el mindfulness no incluye la renuncia a ganar dinero ni está a favor ni en contra del capitalismo.» Muy de acuerdo con la primera mitad de la frase. El Buda no estaba en contra del dinero en la sociedad laica, los textos budistas no ensalzan la pobreza sino más bien lo contrario: ven la riqueza como positiva porque, entre otros motivos, posibilita la generosidad. Buda criticó al tacaño. Pero también aconsejó a los reyes distribuir su riqueza para evitar la pobreza o la desigualdad social, erradicando así la causa de la delincuencia, o una de ellas (Kutadanta Sutta, DN 5). Esto ya no cuadra tanto con el modelo neoliberal actual… El artículo prosigue:
Algunas personas en el mundo de los negocios me han confiado sus preocupaciones sobre si la meditación volvería a los ejecutivos demasiado blandos o les haría incapaces de despedir a empleados cuando deban hacerlo.
En ocasiones hay que despedir a alguien de forma justificada, no hay ningún problema en eso. Pero en casos de medidas de moral más dudosa me parecería un triunfo que un directivo, a raíz de la meditación, fuera más empático con sus trabajadores o se cuestionara dos veces el impacto de sus acciones en la sociedad. ¿Cuáles son los efectos y las implicaciones a gran escala de trasladar plantas de fabricación a países del tercer mundo? ¿De generar cada vez más y más temporadas de moda a precios ridículos? Tras instalar el mindfulness en sus oficinas, ¿reflexionará Repsol en su relación con el medio ambiente?
Al final, la cuestión es si el tipo de meditación que se enseñe y practique en esas empresas conducirá a que se planteen no sólo la calidad de vida de sus empleados sino la de la sociedad a la que tanto condicionan; los procesos estructurales de los que participan y las ideologías subyacentes que promueven; lo que en inglés se llama ‘the bigger picture‘. Lo fácil es pensar que no, porque así los budistas seguimos con la sensación de que poseemos la versión ‘correcta’ de la meditación en su contexto, pero la verdad es que no podemos conocer las consecuencias a largo plazo.
Para algunos, el mindfulness es un caballo de Troya, una puerta de entrada a la riqueza de ideas de las tradiciones budistas, así que yo no sería despreciativo con el mindfulness tan rápido. Para ser prácticos, lo fructífero no es oponerse a lo que nos pueda parecer incompleto o diluido, sino trabajar para promover aquello que lo ha de completar, empezando por nosotros mismos.
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Muy de acuerdo con sus apreciaciones. Está mañana me sorprendió el artículo en mi Facebook. Sorprendido gratamente por un lado y no tanto por otro. No me apetece entrar en polémica en las redes. Si no puedo decir algo bueno, creo que, normalmente, es mejor callar. Más cuando hay personas que gozan de gran respeto para mí. Soy consciente del peligro del Macmindfulness, ¿pero qué hay bajo el sol que no revista peligro? El Budhadarma, en dos mil quinientos años, ha vivido peligrosamente.
Compartí la noticia, desde el artículo original, añadiendo el siguiente comentario: «¿Macmindfulness? O bien, ¿es posible una actitud empresarial distinta a lo que ha venido siendo hasta ahora, donde tengan cabida principios éticos elementales de igualdad, justicia y desarrollo del bienestar social, ecológico e individual? ¿Por dónde empezar? ¿Esperamos que esa actitud cambie, o bien, empujamos para hacerla cambiar? ¿Puede la Atención Plena servir como herramienta para ese cambio? Lo dejo ahí, pero creo que merece la pena intentarlo.» Un viejo amigo reaccionó y le dió al signo de corazón, «me encanta». No práctica meditación: nunca he conseguido convencerle, y ya no no lo intento. Pero es un buen hombre, donde los haya. Para mí es como la historia de Los y Sodoma
Perdón.
Esto, digo, es como la historia de Lot, suplicando a Dios por Sidoma y Gomorra. Si un solo empresario, si un solo ejecutivo, obrero o aprendiz cambia su mirada gracias a Mindfulness, ya me vale. La ignorancia es la primera causa de sufrimiento. Y ahí estamos, al parecer todos: voraces empresarios y quienes decimos que meditamos poco o mucho. Desvelarla, la mía y la de otros, merece, y me merece, la pena. Condenar, sin más, no me parece un medio hábil.
Magnífico y polémico tema. Muchas gracias por el artículo.
Yo soy nuevo en esto. Tan nuevo que tengo poca idea de lo que es el mindfulnes y casi ninguna sobre el budismo, por más que leo algo. Este año he estado enfermo y tuve que ingresar unos meses por problemas de estrés/depresión. Fue en casa y no en el hospital donde me acerqué al mindfulnes, a las terapias congnitivo-conductuales y, finalmente, al budismo (secular). Considero al mindfulnes como una técnica psicológica basada en la meditación; en ningún caso relacionada con el budismo -vaya arrogante que puedo llegar a ser-. Es lógico y necesario incluso que las empresas se ocupen de mejorar la salud de los trabajadores. Soy partidario de introducir estas técnicas en el ámbito laboral. Pero hasta ahí puede llegar una empresa, y también el mindfulnes. No entro en el potencial que puede provocar el cambio personal en el hecho de introducir estas técnicas. Es positivo que ello tenga lugar. Pero la finalidad de las empresas aludidas es otra, por eso «… se apuntan a la meditación -léase Mindfulnes-» y no, vamos a decirlo así, al conocimiento del sendero que conduce al despertar.
Quería también felicitar al bloquero por su blog y, por supuesto, felicitar a todos por compartir las reflexiones.
¿No es la atención plena necesaria, aunque puede que no suficiente, para acceder a la autoconciencia? Pues aunque nada más que sea por eso, en mi opinión, bienvenido sea el mindfulnes. Intuyo que me acerca, más de lo que me aleja, a un mundo al que siento pertenecer.
Excelente reflexión en este articulo.
En lo perdonal, crep que los budistas debemos soltar el apego a que solo el budismo posee las herramientas para un verdadero cultivo de la mente y abrirnos a todo lo que implique al menos el desarrollo de la atención ya que ese es el primer paso para DARNOS CUENTA.
Aun y cuando el mindfulness sea una aproximación incompleta hacia el camino del despertar (desde la perspectiva budista), definitivamente es una herramienta que tiene el potencial de acercar a la gente cada vez mas al camino del autoconocimiento.
Tal vez, los budistas solo debemos aclarar en la medida de lo posible y cuando sea pertinente que, nuevamente desde nuestra perspectiva, el mindfulness no es necesariamente lo que el Buda propuso en relación a la práctica contemplativa.