Hace unos días pasé por delante de un escaparate en el que, con letras grandes y coloridas, ponía: «Hoy puedes conseguir todo lo que te propongas.» Ése es el tipo de mensaje positivo de moda que, según el momento en que te pille, te puede inyectar la motivación y el entusiasmo que justo necesitabas o, por el contrario, darte ganas de mandar el escaparate a la mierda.
A principios de verano una amiga del grupo de meditación me dejó un libro titulado «La sociedad del cansancio» de Byung-Chul Han, un filósofo coreano residente en Alemania. En esta obra muy breve, Han sostiene que en nuestra era las epidemias ya no son víricas sino neuronales: depresión, trastorno de déficit de atención, síndrome de desgaste ocupacional, etc. Esto coincide con un culto a la productividad, un discurso imperante de ‘tú puedes’ y un exceso de positividad. Las consecuencias son un miedo a ‘no ser capaz’ y una elevación de las espectativas y ambiciones de la gente que, a veces, se dan con la realidad, no pueden ‘poder’ más y sienten que algo no funciona en ellos o ellas.
Abro youtube y dos de los vídeos que me recomienda son «Los 5 hábitos de la gente altamente eficiente» y «Cómo hablar cualquier idioma en un mes.» El argumento de Han no es que los mensajes de inspiración no tengan su lugar, sino que el exceso de positividad y de ‘podeidad’ genera un efecto rebote: la gente se desgasta, se deprime, etc. Pero ¿qué tiene que ver todo esto con la primera noble verdad del Buda?
La primera noble verdad dice que «la vida es dukkha,» es decir, dolorosa. (Para un esbozo de las cuatro nobles verdades y el significado del término ‘dukkha’, ir aquí.) Es básicamente lo opuesto al mensaje positivo del escaparate. Pero el Buda nunca negó que hubiera cosas buenas en la vida. En el Discurso a Mahali, afirma que si la vida «fuera exclusivamente insatisfacción, si estuviera inmersa y empapada exclusivamente en la insatisfacción, y no estuviera empapada también en el placer, los seres no se enamorarían de ella.» (Mahali sutta, SN 22.60)
Como hemos comentado otras veces en el blog, la primera noble verdad no pretende volvernos pesimistas, la cuestión es precisamente el acto de afirmar / aceptar un aspecto inevitable de la condición humana. La primera noble verdad es un antídoto a nuestra tendencia a la negación, a no querer mirar a lo incómodo, lo doloroso. Si el dharma es algo pragmático, terapéutico, entonces siempre debemos preguntarnos el para qué de las enseñanzas, su propósito y beneficio en el contexto de la práctica del dharma.
La negativa a aceptar y comprender lo difícil y doloroso nos atrapa en ciclos reactivos de deseo, obsesión (para distraernos) o aversión, rechazo, ira. Y entretenidos por estas reacciones, no nos damos cuenta del dukkha de los demás; nos mantienen en una visión muy egocéntrica de los sucesos. Hace un año escribí una reflexión sobre este punto, ‘El mundo sufre, y no vamos a enfadarnos por eso.’ (Lo sé, el título no es el más acertado; resulta confuso.)
Esto no es sólo una interpretación moderna de la primera noble verdad. En el texto original, el Buda atribuye explícitamente una tarea a cada una las verdades, pero por algún motivo eso no tiende a subrayarse. La tarea de la primera noble verdad es conocer plenamente dukkha: mirar, comprender esta dimensión de nuestras vidas. El problema de pensar en términos de verdades es que no me da nada que hacer. La relación que puedo tener con el enunciado de la primera noble verdad es de estar de acuerdo o no. Y esto puede variar: cuando la vida me da calabazas lo corroboro y en cuanto las cosas me van mejor cambio de opinión y discrepo.
Y una vez esté de acuerdo con que en la vida hay sufrimiento, ¿entonces qué? No queda claro si debo resistirme, aceptarlo, resignarme y amargarme, poner buena cara a lo inevitable pero tampoco cambiar cómo vivo, etc. Encuentro un problema similar con la segunda noble verdad, que establece que la causa de dukkha es el anhelo. Podríamos pensar que nuestra práctica consiste en ‘no voy a tener deseos de ningún tipo’, a lo que probablemente fracasaremos (y de hecho, no creo que se trate de eso) mientras seguimos sin pistas sobre qué hacer cuando nos encontremos con el sufrimiento. Si por lo contrario pensamos en términos de tareas, la instrucción es clara: cada vez que te das de bruces con el sufrimiento, de cualquier tipo, dice Stephen Batchelor, «buscas conocerlo plenamente en lugar de resentirte o de negarlo. En lugar de distraerte con fantasías o preocupaciones, diriges tranquilamente tu atención a la sensación de lo que está pasando.»
Al ponerme en un papel de observador gano perspectiva, estoy menos atrapado por ese sufrimiento sin estar menos en contacto con él. Al mirar una cierta situación con curiosidad, con el objetivo de examinar sus características y conocerla íntimamente, automáticamente dejo de relacionarme con ella desde la aversión, pretendiendo que desaparezca por sólo desearlo. Me alejo de las reacciones habituales del anhelo, la aversión y la ignorancia (que, a su vez, son causas de más dukkha) y me sitúo en una posición no-condicionada por estas fuerzas, lo cual es una de las definiciones del nirvana. Y desde ese espacio quizás pueda actuar de otra forma. Además, desde este enfoque más centrado, menos afectado por los impulsos del momento, voy recogiendo información que, a su debido tiempo, se transformará en lo que el budismo llama revelaciones: los ‘momentos de ¡ajá!’, comprensiones, sabiduría.
Subrayar las tareas asociadas a las cuatro nobles verdades no es una sutileza, sino un cambio de mentalidad importante. En el caso de la primera noble verdad, convierte una afirmación sobre el estado de las cosas, con todas las ramificaciones metafísicas que acaban teniendo este tipo de enunciados, en una interrogación, una invitación abierta a explorar nuestra experiencia subjetiva. Se hace explícito que esta enseñanza no es un manifiesto que debamos aceptar o creer: es una práctica. Literalmente. De hecho, ¿qué haces cuando te sientas a meditar, sino conocer y aceptar tu experiencia presente?
Si te ha interesado este artículo, el autor Stephen Batchelor desarrolla esta idea de las ‘cuatro tareas’ extensamente en su ensayo ‘Un budismo secular’. Las secciones relevantes a este tema están recogidas en el artículo ‘El método ASPA’.
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Reblogueó esto en Mindfulness en Palabrasy comentado:
Interesantísmo artículo del blog «El Budismo secular». Completamente de acuerdo.
En su reflexión, menciona el libro “La sociedad del cansancio” de Byung-Chul Han, un filósofo coreano residente en Alemania, que trata sobre el culto a la productividad, al ‘tú puedes’ y al exceso de positividad que invaden los medios de comunicación y nuestra sociedad.
Gracias por el reblogueo!