Uno de los debates internos del budismo mahayana es si el despertar es gradual o súbito. Esto quedó inmortalizado en el icónico debate de Samye, en el que el Tíbet terminó decidiéndose en favor del modelo gradual, propio del budismo indio, en lugar del modelo súbito del budismo chino.
El relato que conocemos de ese debate es de historicidad dudosa, y es simplista creer que podemos separar estos dos enfoques con limpieza quirúrgica: influencias del budismo chino se pueden apreciar en la escuela tibetana nyingma, y el zen también ha combinado ambas perspectivas en figuras como Chinul.

Pero esta cuestión también toma otra forma: ¿Hay un despertar al que llegar? ¿O sólo hay que darse cuenta de que siempre hemos estado despiertos pero no lo sabíamos? ¿Hay que sentarse con un objetivo o sin él? Las varias escuelas de budismo se sitúan en distintos puntos de un espectro entre estos dos enfoques.
Ambos tienen su virtud y sus inconvenientes. Seguir leyendo «¿Deberíamos meditar con algún objetivo?»
Hace 2600 años, Siddhattha, heredero del clan Gotama que reinaba en Sakya en el norte de la India, se traumatizó por la realidad de la enfermedad, la vejez y la muerte. A la edad de 29, abandonó su vida privilegiada y las supersticiones devotas de la institución religiosa bramánica para afrontar esta angustia, inicialmente tomando la vía de escape de las absorciones meditativas. Practicó durante seis años con diversos maestros, dominando todo lo que le enseñaban; pero con el tiempo se dio cuenta de que sólo ofrecían una evasión temporal. Rechazando esos métodos, buscó una manera de ocuparse de la ansiedad pero continuando viviendo entre la gente.
En la China del siglo sexto, las escuelas budistas eran bastante escolásticas y estaban centradas en las escrituras. Para alejarse de este enfoque académico y acercarse a la enseñanza original del Buda de practicar meditación y alcanzar el despertar en esta vida, la escuela zen desarrolló su práctica del koan, en la cual historias de despertares de monjes se convirtieron en puntos de partida para la indagación meditativa. Al preguntar y centrarse en una sola pregunta como método de meditación, los practicantes zen aspiraban a desarrollar una rica sabiduría de la experiencia.
El tercer artículo de la historia de este blog era la fantástica notícia de la concesión del título de Geshema a monjas tibetanas. (Ved el artículo