Una de las cosas que más puede sorprender de los textos antiguos del budismo, el canon pali, es que no existe una palabra que equivalga a lo que llamamos “meditación.” El Buda habló de bhāvanā, que literalmente significa cultivar, desarollar, dar vida, hacer crecer. Este término amplio se refería a muchas prácticas y no todas están incluídas en nuestra concepción actual de qué es meditar. De las que sí se incluyen, la más conocida es la atención plena (mindfulness), y el segundo lugar, lo ocupan seguramente los brahmavihāras. Esta palabra se compone de brahmā, el dios supremo, y vihāra, residencia o morada (más tarde pasó a designar los monasterios budistas). El compuesto se traduce de muchas formas: residencias divinas, lugares sublimes, etc. Se trata de cuatro cualidades que se desarrollan activamente, a menudo usando unas frases que uno dice por dentro durante la meditación.
La primera de esta cualidades es mettā. En pali, esta palabra proviene de ‘mitta’ (amigo) y se traduce como bondad, amabilidad, benevolencia; o como amor, con algún adjetivo para quitarle las connotaciones románticas o pasionales. También lo he encontrado como bondad amorosa. En inglés la traducción estándar es ‘lovingkindness’. La maestra Shaila Catherine habla de esta práctica en una entrevista aparecida en la revista electrónica ‘Insight Journal’ del Barre Center for Buddhist Studies (BCBS). Espero que la disfrutéis.

Insight Journal: ¿Cómo ha cambiado tu relación con metta a lo largo de los años?
Shaila Catherine: Cuando me enseñaron a meditar en los años ochenta, el modelo clásico era un retiro de meditación de 10 días con énfasis en la atención plena. Durante aquellos retiros había una meditación metta guiada. Debo admitir que al principio lo odiaba.