¿Murió el Buda en Vesak?

En la primera planta del Museo Nacional de Kioto se alza una estatua de madera, majestuosa a la par que humilde. Es el monje chino Baozhi, quien alcanzó bastante fama tanto en China como en Japón—podéis ver su ficha aquí …un curioso personaje.

Según recuerdo de la audioguía del museo, alguien fue enviado a retratar a Baozhi. Entonces, Baozhi anunció que iba a mostrar su verdadero rostro, se rajó la piel con la uña y reveló, debajo, la imagen dorada de un bodhisattva.

Baozhi

Hace unos dos mil quinientos años (hay debate sobre las fechas), el Buda murió en Kusinārā—al menos el histórico, si es que existió; pero para las tradiciones budistas nunca fue solo un humano. Sus famosas últimas palabras fueron:

attadīpā viharatha attasaraṇā anaññasaraṇā, dhammadīpā dhammasaraṇā anaññasaraṇā – Mahāparinibbāna Sutta, DN 16

[ Párrafo saltable, sólo para frikis -> dīpa en pali puede corresponder tanto al sánscrito dīpa (lámpara) como a dvīpa (isla). Como las versiones sánscritas del texto dicen dīpa, parece que el significado pretendido era “lámpara”. Sin embargo, la tradición pali siempre lo ha interpretado como “isla”. ]

Las últimas palabras del Buda se suelen leer como una llamada a la autosuficiencia o independencia. Ante las inundaciones—una metáfora de la pasión sensorial, el devenir, las creencias y la ignorancia; o, en otros textos, los cinco obstáculos—hay que aprender a flotar, quedar por encima, libre de su influencia.

Más recientemente, esto también se interpreta como lo opuesto a ser un seguidor, a depender de personas o estructuras externas. Nadie va a salvarte excepto tú mismo. Hay mucha virtud en esta lectura—aunque no sin cierto tufo a individualismo moderno.

Stephen Batchelor suele señalar que este pasaje encierra una paradoja, ya que habla de dos “únicos” refugios: uno mismo y el dharma. ¿Cómo se entiende eso? Su solución es interpretar que la exhortación del Buda nos sugiere integrar el dharma hasta hacerlo propio, de forma que el dharma sea indistinguible de una misma.

La vida es un lugar doloroso, incierto e incluso aterrador. Vivimos “en la intemperie”, escribe el filósofo catalán Josep Maria Esquirol: “la situación más fundamental del ser humano es estar al descubierto, estar sin protección”.

Ante las inclemencias de la vida, buscamos refugio—algo comprensible. Pero a menudo lo buscamos en lugares poco saludables: mecanismos de defensa bienintencionados pero torpes, que pueden funcionar a corto plazo pero no a largo; creencias rígidas y desadaptativas; estrategias de afrontamiento que dañan a los demás y a nosotros mismos. Como lo resume mi cantautor favorito, Quimi Portet (otro catalán, ¿estaré patriótico hoy?): “La vida es un asunto complicado, hacemos lo que podemos”.

Para mí, la mejor lectura del consejo pre-mortem del Buda es tomar la inundación como metáfora de las inclemencias de la vida, y no de la reactividad que sigue—esa torpe tentativa de protegernos. En su lugar, debemos hallar otro refugio, buscar cobijo en valores hermosos, en elecciones conscientemente trabajadas, en el dharma, en esa buena imagen que tenemos de nosotras mismas.

Ese es nuestro único refugio, la isla en medio del clima salvaje y confuso de la vida: sostener esa visión de y para nosotros mismos; nuestro verdadero rostro, oculto tras esos patrones reactivos que tenemos tan incorporados pero no dejan de ser performados. Es una parte clave de la práctica.

El Buda comparó los cinco obstáculos con agua que está teñida, hirviendo, fangosa, etc., de modo que si intentas mirar al reflejo de tu rostro, te ves distorsionada. Los obstáculos son, en palabras de Christina Feldman, saboteadores de la intención. Aspiro a ser amable y sabio, pero pasan cosas, aparece la reactividad, y pierdo esa visión de mí mismo. No se trata solo de quién quiero ser, sino de quién considero que soy. Quién no ha tenido un momento de claridad moral, de dar un paso atrás y decir: “un momento, este no soy yo”…

Una vez le conté una experiencia meditativa a Sayadaw U Tejaniya en la que, en medio de una tormenta de reactividad, una voz dentro de mí dijo la frase: “Te conozco, Māra”. Sayadaw respondió: “¡Bien! Has ocupado el lugar del Buda”. Sí tenía esa capacidad.

Racionalmente, el salto de “quien puedo ser” a “quien verdaderamente soy” no está justificado, lo sé. En el fondo, es un acto de fe, quizás necesario. A veces nos hacen falta creencias lo bastante fuertes como para contrapesar la arraigada convicción de que somos intrínsecamente defectuosos. Así que me da igual que no sobreviva al análisis lógico, puedo decidir sostener de todos modos esa idea. Es lo que el metamodernismo llama ingenuidad informada.

El Buda murió en Vesak, pero al mismo tiempo no murió: puedes rajar tu piel y dejar al descubierto ese rostro verdadero.

Rāhula, hijo del Buda y uno de los 18 arhats. Museo Nacional de Kioto.

Feliz Vesak.

¿Qué pienso hoy del budismo secular?

A quien lleve tiempo siguiendo este blog quizás le sorprenda que, a día de hoy, creo que la mejor forma de entender el budismo secular no es en contraste con el concepto de religioso. La gente asocia la religión al ritual, la ceremonia, la institución, y para mí la ausencia de estos elementos es lo menos importante del budismo secular.

Sé que decir esto es mala publicidad, ya que muchas personas (en su día, yo incluído) se acercan a esta forma de budismo precisamente porque buscan un dharma sin postraciones y sin recitar cosas en tibetano, pali o japonés. Pero también hay quien, aun albergando esta aversión a las formalidades, no tienen problema con hacer una reverencia en su clase de artes marciales o decir «namaste» en yoga.

A día de hoy, considero que un dharma laico y contemporáneo puede contener rituales o inventarse unos nuevos. Al fin y al cabo, la ceremonia va de formas, e incluso una clase de mindfulness las tiene: el sentarse en círculo, empezar con silencio, resumir en dos o tres palabras cómo se siente cada participante… Así que veo los rituales como una variable que puede o bien estar o bien no estar, según las predilecciones de cada persona y grupo. Para mí, no es lo que define que un budismo sea secular.

Según Martin Hägglund, lo más distintivo de la fe religiosa es el hecho de privilegiar algo que no es de este mundo, y por consiguiente rebajar de alguna forma la preocupación con este mundo. Es la confianza útlima en algo que, a diferencia de este mundo, no sea perecedero, no sea incierto, no sea imperfecto. Vamos: que no pueda fallarnos.

Hägglund contrasta esto con el concepto de fe secular, que es una «fe» en esta vida, un compromiso profundo con este mundo transitorio, frágil, imperfecto, que puede y va a fallarnos. Otro ejemplo de fe secular es la creencia de que esta vida merece ser vivida. Es una creencia. No es algo que pueda demostrarse ni científica ni lógicamente. Es, por así decirlo, un acto de fe. Esta «fe» motiva, anima y dirige nuestra existencia, nuestra conducta, nuestros valores, nuestras prioridades.

Alguien podría decir que no estoy siendo coherente: he empezado diciendo que la mejor forma de entender el budismo secular no es en contraste con lo religioso y, acto seguido, he dibujado un gran contraste entre la fe religiosa y la secular. Cierto. La cuestión es que, poniendo a un lado los nombres de estas fes, no es tan sencillo atribuirlas sólo a la religión y a lo no-religioso.

Por un lado, la mayoría de religiones combinan la fe religiosa y la fe secular. Aunque ciertas enseñanzas y textos devalúen esta vida en pro de una posterior, o en pro de una realidad trascendente, superior, no obstante sus seguidores pueden sentirse movidos, debido a esa fe, a acciones humanitarias, a mejorar el mundo que tenemos aquí y ahora.

Por otro lado, hace un tiempo leí un ‘paper‘ que argumentaba que la aspiración de subir nuestra consciencia a un ordenador, a la nube, no es más que otro ejemplo de querer dejar atrás nuestros cuerpos frágiles y temporales, es decir, de renegar de nuestra existencia terrenal. En muchos sentidos es una pulsión religiosa, y sin embargo pertenece al campo de la ciencia y la tecnología.

Las categorías simplifican demasiado. En realidad, encontramos flores religiosas en campos seculares y flores seculares en el campo de la religión. Seguramente todas nos encontramos en un punto distinto en esos espectros entre lo mundano y lo trascendente, u oscilemos según el área de nuestra vida.

Me ha salido compartir estas reflexiones porque este domingo 28 a las 17h de España voy a ofrecer un taller online para Espai Sati, precisamente sobre este tema de ¿Qué es el budismo secular? Y estaba pensando que aparte de ofrecer una respuesta concisa a esta pregunta, sería más interesante investigar a nivel personal la complejidad de dónde se encuentra cada participante.

Las personas contenemos contradicciones, por lo menos aparentes: por ejemplo, ganas de innovar y respeto por la tradición. Mi perspectiva en este tema también ha cambiado. Mi querido mentor Stephen Batchelor, en su insistencia de volver a los orígenes (insistencia heredada del «modernismo budista«), está reproduciendo algo muy típico de la religión: necesitar validar sus ideas proyectándolas a una figura fundadora, valorar algo antiguo (aunque sea reimaginado) por encima de la innovación. Pero ¿por qué no concebir que pertenecemos a una larga tradición de pensamiento y práctica que evoluciona y es distinta de sus orígenes, en lugar de presentar las cosas en plan «esto es lo que Buda realmente enseñó en su día»?

No sé lo mucho que hablaré de estas cosas en el taller del día 28, si las elaboraré o tocaré otros puntos, pero me apeteció pensar un poco en voz alta en este blog, que para eso está —aunque lo tenga tan olvidado. Hay mucho más que «pienso sobre el budismo secular», para remitir al título de este post. Sentíos libres de comentar y preguntar cosas y quizás haga otro artículo.

Mi intención en el taller es, por encima de todo, hacer reflexionar a las participantes sobre sus propias actitudes y su relación con la práctica, con la tradición budista, con los textos, con la figura del Buda, ya sea histórica o casi ‘literaria’, etc. No para llegar a una conclusión en el breve periodo de dos horas, sino para enriquecer nuestro autoconocimiento.

¡Entrevistado por Dharmatic!

Estoy de vacaciones. Pero entre baño y baño (porque los budistas también vamos a la playa, y hasta se puede meditar!) me llegó la invitación de Juan para entrevistarme en su canal de youtube y tiktok, Dharma Tic.

Partiendo de las preguntas que recibe de sus seguidores, Juan me dio la oportunidad de presentar el budismo secular, resolver dudas y destapar mitos; pero también de abordar cuestiones más contenciosas como el papel del ritual, el colonialismo del budismo moderno, o las respuestas que recibo/recibimos por parte de budistas tradicionales.

Cuando terminamos nos quedamos charlando casi una hora más, ¡y deberíamos haberlo grabado! Quizás para una segunda parte. De momento, espero que disfrutéis esta conversación con Juan, si puede ser con un ventilador al lado y una bebida fresquita en la mano.

Ah, y os recomiendo que sigáis a Dharma Tic, es un canal muy ameno. ¡Que paséis buen verano!

¿Está el budismo en declive? ¿Es demasiado boomer?

Mi amiga Lis me mandó esto el otro día.

El budismo está a la baja en Asia, donde las nuevas generaciones ya no conectan con las viejas tradiciones o lo hacen en ocasiones contadas, como quien sólo va a la iglesia por navidad o cuando el abuelo muere. (En Asia, lo que está subiendo es el mindfulness contemporáneo!) Pero mucha gente occidental que practica el dharma, o algo parecido, no se etiqueta como ‘budista’. Así que me pregunto: si les añadiéramos al recuento budista, ¿qué pinta tendrían los datos?

A mediados del siglo pasado, la tesis de la secularización vaticinó que la religión iría perdiendo relevancia, que el declive era inevitable. Pues no: está al alza, en parte debido a las distintas tasas de natalidad de los varios continentes. Entonces ¿qué pasa con el budismo?

Según el tweet, la media de edad de los budistas es más elevada que la de otras tradiciones. Si por un lado esto refleja cambios generacionales en Asia, por el otro soy consciente que el budismo occidental es muy, muy boomer. Y creo que esto juega en su contra. Como maestro nuevo y millennial, me pone en una situación extraña. Me siento un poco como Bo Burnham, entre boomers y zoomers.

Aunque llevo un tiempo ofreciendo el dharma, no lo he hecho de manera regular y sistemática más allá de mi sangha local, y jamás he intentado construirme un ‘público’; pero pronto tendré que hacerlo. Hasta ahora he estado formándome, aceptando invitaciones esporádicas, estudiando, etc., pero todo esto acabará bastante pronto. De momento, he estado enseñando al lado de mis propios maestros Stephen y Martine Batchelor u otros, o en Gaia House o entornos parecidos donde la media de edad es elevada. De hecho, con 32, no es raro que sea la persona más joven de la sala—incluso a veces la siguiente persona más joven me quita entre 5 y 10 años.

No suelo dirigirme a mi generación. ¿Conectaría si lo hiciera? A punto de terminar mi teacher training, soy consciente que se ha abordado y formado desde un budismo boomer. El final de ese training será el inicio de encontrar una voz distinta.

Si un budismo secular es aquél que responde a la época (saeculum) en que se encuentra, un budismo boomer no tardará demasiado en dejar de ser secular, en este sentido.

Las veces que estoy en entornos más jóvenes, sin embargo, noto algo distinto. No sólo hay una energía y entusiasmo más palpables, y que son simples características de ser joven, sino que parece haber otras diferencias concretamente generacionales y que, de carambola, ponen de relieve algunos rasgos del budismo boomer.

Este budismo ha sido llamado ‘the upper-middle way’ (la vía media-alta), en referencia a la demografía que atrae: gente acomodada. Tienen una vida ya construída, han encontrado su postura en el mundo, y buscan cómo mitigar los dolores que ésta ocasiona. Inevitablemente, el foco de este budismo es cómo me siento (yo).

La gente más joven también quiere sentirse bien, por supuesto—no hay nada de malo en ello. Pero lo que buscan son precisamente unos valores y unos marcos sobre los cuales construir su vida y encontrar un lugar. La perspectiva es muy distinta; ven la casa desde el timbre y no desde el segundo piso.

Necesitamos escuchar a esta generación, entre la que aún me incluyo, y buscar acogerla en nuestros espacios, porque nuestras sociedades tan carentes de comunidad han perdido las relaciones intergeneracionales. Y son éstas las que tienen mayor potencial para el enriquecimiento mutuo.

El comprensible apoltronamiento de la mediana edad necesita que le sacudan. Y al llamarlo apoltronamiento no lo menosprecio: soy consciente que uno acude al dharma porque la vida no es cómoda. No obstante, a partir de cierto momento vital se empieza a olvidar la idea básica del karma: que tu destino cambia con tus actos y tus decisiones. Y también se tapa la versión retroactiva de esta enseñanza—el surgir condicionado: que los dolores de esta vida construída son fruto de causas y condiciones y que si bien hay que tratar síntomas luego hay que abordar las causas.

Para decirlo de otra forma: si duele no sólo pongas cojines, cambia de postura. Al crecer uno se da cuenta de que cada elección abre una puerta mientras cierra muchas más. Hay sabiduría en esto. Pero uno puede empezar a percibir su vida como un árbol inverso, donde las ramas y bifurcaciones quedan a la espalda, y eso es una exageración. Se pueden cambiar cosas y se puede cambiar de vida. Siempre.

Con todo, la mirada de quienes tienen más experiencia puede nutrir las ganas de las más jóvenes de encontrar un camino, comunicando que las decisiones tienen consecuencias reales y que la juventud es el mejor momento para tomárselo en serio. Sin embargo, para mí la voz madura sabia es la que añade: ‘pero no te preocupes, cuando la cagues podrás reparar y rectificar’. Las decisiones no son cadenas perpetuas.

Las personas de más edad tienen otra perspectiva a compartir: la muerte se va volviendo una realidad palpable—en los últimos cinco años he ido a más entierros que en toda mi vida hasta entonces. Y sin ir tan lejos (aunque reflexionar en la muerte es un ingrediente indispensable del dharma), me acuerdo de cuando le pregunté a mi maestro U Tejaniya que por qué tanta insistencia en observar el dolor. ‘Ah’, me respondió, ‘¡porque sólo aumenta!’. El cuerpo de veintimuypocos que hizo la pregunta difícilmente habría llegado a esa idea por sí mismo.

Más allá de cosas de la edad bastante universales, se dice que los boomers son la primera hornada en mucho tiempo que vivirán mejor que sus hijos. Mis padres crecieron en la España franquista y vieron la dictadura terminar más o menos cuando cumplían 20 años. Su vida ha ido en paralelo al progreso de su país, la mejora en calidad de vida, la expansión de la economía, etc. Cuando se casaron en los 80′, alquilaron un piso de tamaño medio cerca de la Plaça Lesseps (una zona más que decente de Barcelona) con el primer sueldo de mi padre y con mi madre haciendo sustituciones en ambulatorios, aún sin trabajo fijo. Intenta esto hoy……

(Para añadir al mix, son una generación que no vivirá la debacle climática.)

Es natural que todo esto dé lugar a un discurso dhármico que eleva la individualidad, quizás percibida como una liberación de tiranías externas, y que se puede permitir enfocarse en paliar estrés—lo cual es muy noble y necesario. Pero este foco tiene un problema: cuando concebimos la práctica del budismo o el mindfulness principalmente como una inmersión en nuestra interioridad, una toma de conciencia del paisaje mental privado, contribuimos al ensimismamiento que, según el dharma, es origen del problema.

En el modelo tradicional, la práctica del dharma empieza con acciones. Las acompaña la atención constante, pero el foco está en cambiar cómo se vive. Así, cuando una se sienta a meditar, encuentra una mente más calmada, en paz; experimenta los resultados de vivir de otra manera, ve directamente la enseñanza de la condicionalidad. Si por contra mantienes tu vida intacta, con todos los elementos que te generan estrés y reactividad, la meditación aún ayudará algo, por supuesto, pero básicamente tendrás encuentros con una mente turbulenta y reactiva.

(Piensa si esto es cierto en tu caso. Sé honesto. Mira qué tipo de mente te sueles encontrar al sentarte, pregúntate de dónde proviene y haz algo al respecto.)

La idea de volverse impermeable a las vicisitudes de la vida tal y como es, de flotar en bienestar enmedio de la vida que ya llevabas, intacta, es distintivamente ‘budista boomer’. Dije que juega en contra del budismo porque creo que a la larga esto no motiva lo suficiente, como cualquier cosa demasiado acomodante. Y además, como meta, no sé, quizás es naïve.


Gracias a los mecenas Yolanda Blanch, Virupa, Miquel, Àngel y Glo por su apoyo continuado.

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Meditación y activismo contra el cambio climático – entrevista a Yanai Postelnik

A principios de 2020, aproximadamente una semana antes de que comenzara el confinamiento en el Reino Unido, me reuní en línea con el maestro de meditación budista Yanai Postelnik, quien en los últimos años ha estado dedicando cada vez más tiempo al activismo con el grupo Extinction Rebellion. Equipado con las preguntas que recopilé de vosotros, lectores del blog, así como con mi propia curiosidad y respeto por Yanai, tuvimos una conversación larga y fascinante.

La pandemia enterró esta entrevista en mi ordenador durante un tiempo ridículamente largo; pero finalmente, y con la enorme ayuda de Ramsey Margolis y Mike Slott, os la puedo ofrecer. No es una lectura breve, pero espero que la encontréis tan interesante como la encontré yo.

Bernat: ¿Cómo te diste cuenta de que tenías que dar un giro hacia el activismo contra el cambio climático? ¿Qué cambió?

Yanai Postelnik: Siempre sentí que mi práctica del dharma y mi enseñanza eran una forma de activismo, en parte ayudándome a involucrarme en el mundo de una manera que fuera beneficiosa, de apoyo y de contribución. Como maestro de dharma, apoyo a otras personas no solo por su propio bienestar, sino porque en su propio bienestar y desarrollo espiritual, inevitablemente estarán comprometidos y contribuirán al bienestar del mundo.

Si bien era muy consciente de los problemas ecológicos y me preocupaba la sostenibilidad de nuestro mundo, realmente no estaba tan conectado con eso.

En 2018 encontré las conclusiones del informe del IPCC: que el consenso científico era que estamos fallando en esto como comunidad colectiva. Nuestra forma de hacer las cosas, nuestra actividad como especie humana en el mundo, nos acelera hacia un resultado destructivo devastador. Algo en mí tenía la sensación de que necesitaba hacer algo más que trabajar en la transformación de corazones y mentes. Eso es esencial, pero es necesario que suceda algo más.

Ese año, viajé a Rumania, donde mi padre fue un niño judío durante el Holocausto. Sobrevivió porque él y sus padres escaparon de un campo de concentración. Siendo el primer miembro de mi familia que volvió al lugar donde eso sucedió, tuve que enfrentarme a que lo que había sucedido entonces en esa comunidad fue la lenta progresión de pequeñas cosas. Cada una de esas cosas fue difícil, pero fue más difícil pararse y resistir, así que nadie lo hizo. Sin embargo, el resultado del genocidio para el pueblo judío y otros fue espantoso. Algo en mí recibió el mensaje de que tengo que ponerme de pie ahora.

Así que tuve la sensación de querer cambiar mi enfoque del trabajo interno hacia hacer lo que pueda para ayudar a nuestro mundo a despertar colectivamente a esto, y responder de manera efectiva y significativa a los riesgos que enfrentamos.

Bernat: ¿Por qué Extinction Rebellion (XR)?

Yanai: Su modelo de compromiso es la desobediencia civil no violenta, y también lo que yo consideraría como un enfoque del activismo más espiritualmente informado y psicológicamente inteligente, lo que me dio una sensación de esperanza. Parecía alineado con mis valores fundamentales y pensé que tenía el potencial de ser efectivo.

Uno de sus principios fundamentales es abstenerse de culpar y avergonzar. Dejé el activismo como estudiante universitario porque ya no podía ser parte de algo que, para mí, era tóxico, lleno de ira, tanto hacia los demás como entre diferentes grupos que actuaban con los mismos fines pero de diferentes maneras. Había una gran cantidad de agresión e ira inconscientes. XR comprendía los peligros del agotamiento y la necesidad de un compromiso sostenible, al tiempo que buscaba la sostenibilidad como cultura humana como resultado.

Bernat: Una pregunta que recogí fue sobre la rabia y la ira de los activistas que traen más culpa y destrucción que soluciones.

Yanai: Necesitamos transformar las raíces de esta reactividad para que la acción provenga de un lugar interior sano y luego podamos marcar la diferencia. ¿Podría el activismo feroz y valiente tener sus raíces en el amor, no solo como un buen principio, sino como una experiencia sentida? En mi tiempo inicial con XR, los estuve observando en términos de si predicaban con el ejemplo. Porque esto requiere práctica. No puedes simplemente decidir no culpar y avergonzar. De hecho, es necesario poder lidiar con lo que conduce a ese patrón de comportamiento.

XR aborda las cosas a través de la ética implícita. Más allá de no culpar ni avergonzar, reconocemos que quizás veamos a la policía, o las personas en el gobierno o en los negocios, como el problema y la oposición; pero estas son personas con las que debemos trabajar y respetar como seres humanos, incluso si estamos profundamente en desacuerdo con sus acciones, decisiones, o políticas. Como en el contexto del dharma, separamos a la persona de la acción y reconocemos que su acción puede ser torpe sin condenar al ser per se . Esto me parece realmente significativo.

Bernat: ¿De qué manera son la práctica del dharma y el activismo dos lados de la misma cosa, y en qué se diferencian?

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10 preguntas aleatorias sobre el budismo

Prometí que cuando llegara a 10 mecenas en Patreon haría un post respondiendo a 10 preguntas, sus preguntas; y llegué a esa meta el mes pasado 🙂 Como hay preguntas muy buenas y nada fáciles, me ha tomado un tiempo. Las he ordenado buscando una cierta lógica de lectura, pero no las une ninguna temática: de ahí que las llame ‘aleatorias’. Mi próxima meta (25 mecenas) es un vídeo ‘Ask Me Anything’, aunque ese será exclusivo para Patreon.

De momento aquí están las 10 preguntas, espero que las disfrutéis.

1. ¿Cuáles fueron las causas de la aparición del budismo? ¿Y cuál era su finalidad?

Imaginad Nueva Orleans a finales del siglo XIX. Durante unos centenares de años han convivido y se han emulsionado las músicas de África occidental, del Caribe, los himnos de la iglesia, la tradición clásica europea… A ese bullicio cultural le añadimos circunstancias sociales como la profunda herida de la discriminación, la pobreza, pero también la necesidad de celebrar de un pueblo ya no esclavo. Esa bomba de creatividad estalla con el nombre de ‘jazz’.

Ahora viajemos al siglo V aC, a lo que hoy es el noreste de la India y un trocito de Nepal. Un joven de un estrato social privilegiado (para ese momento: hoy la mayoría vivimos en más lujo del que él jamás experimentó) abandonó la vida que se esperaba de él para juntarse a un movimiento alternativo que había existido aproximadamente por un siglo —aunque hay referencias a ello aún más antiguas.

Eran hombres y mujeres que iban a vivir al aire libre, que mendigaban su comida, y que de manera desorganizada y heterodoxa perseguían la liberación espiritual. Los bosques donde vivían eran un tapiz de ideas védicas (de origen indoeuropeo) y autóctonas (quizás herencia de la civilización del Valle del Indo). Gotama habría encontrado y absorbido ese creativo tapiz, así como Buddy Bolden absorbió el de Nueva Orleans.

Igual que con el caso del jazz, las circunstancias que facilitaron el nacimiento del budismo no fueron sólo filosóficas y religiosas. Era el segundo periodo de urbanización de la India, que traía riqueza, una nueva clase media (la mercantil) con un superávit que les permitía ‘patrocinar’ a buscadores espirituales. Al mismo tiempo, la formación de pequeñas ciudades también puede significar estrés y enfermedades.

El paisaje estaba cambiando de unos núcleos tribales y puramente agrícolas a entidades políticas más grandes e imperios incipientes, con la mezcla de promesa, incertidumbre y miedo que esto comporta. Además, los pueblos del noreste probablemente percibieron la creciente influencia de la cultura védica como algo opresivo. A tal cóctel le corresponde la crisis de sentido que acompaña todo gran cambio social y la pérdida de viejas estructuras. Es en este panorama de agitación política, incertidumbre social, nuevas oportunidades y formas de pensar, que Gotama articuló sus enseñanzas de liberación espiritual y se convirtió en el Buda.

2. ¿Qué significa ser budista secular? ¿Tiene sentido la etiqueta, como ser cristiano o ser estoico? Si no hay creencias, ¿en qué coinciden todos los budistas seculares?

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¿¿Es el mindfulness realmente una atención que no juzga??

El poema de Rumi que más lo peta en entornos de mindfulness secular probablemente sea «La casa de huéspedes.» Dice así:

El ser humano es una casa de huéspedes.
Cada mañana un nuevo recién llegado.
Una alegría, una tristeza, una maldad,
cierta conciencia momentánea llega
como un visitante inesperado.
¡Dales la bienvenida y recíbelos a todos!
Incluso si fueran una muchedumbre de lamentos
que vacían tu casa con violencia,
aún así, trata a cada huésped con honor.
Puede estar creándote el espacio
para un nuevo deleite.
Al pensamiento oscuro, a la vergüenza, a la malicia,
recíbelos en la puerta riendo
e invítalos a entrar.
Sé agradecido con quien quiera que venga
Porque cada uno ha sido enviado
Como un guía del más allá.

El mensaje es claro: no rechaces ninguna de tus experiencias y aprende de todas ellas. Es bastante consonante con lo que suelo llamar «actitud meditativa» y que aprendí durante mi tiempo con Sayadaw U Tejaniya. Sin embargo, cuando miramos a los antiguos textos budistas encontramos al mindfulness comparado con un guardián cuya función no es tan simpática con los huéspedes.

Así como una ciudad amurallada tiene un guardián astuto que niega la entrada a los desconocidos y deja pasar a los conocidos, así es ‘mindful’ un discípulo noble. Muestra el máximo mindfulness y vigilancia, y recuerda lo dicho y hecho hace tiempo. El noble discípulo que tiene al mindfulness como guardián suelta lo que es nocivo y cultiva lo que es beneficioso.

Nagaropama Sutta (AN 7.67)

¿Y ahora qué hacemos con esta aparente contradicción? Ya estoy dejando entrever que yo creo en una interpretación que amalgama ambas imágenes. Sin embargo, quiero apuntar que no existe una sola concepción de qué es el mindfulness. No sólo ya no creo que el budismo tenga la última palabra, porque el mindfulness no es propiedad suya, sino que ni los budistas se ponen de acuerdo.

Para dar un ejemplo: la escuela de pensamiento theravāda considera que el mindfulness es siempre una cualidad ética, mientras que la sarvāstivāda la define como éticamente variable. Así que ni tan siquiera ellas podrían resolver el dilema de si un francotirador puede ser mindful o sólo atento.

He recordado este dilema porque mis amigos de Casa Virupa me han invitado a ofrecer dos sesiones online sobre los cuatro satipaṭṭhāna, que hemos titulado Formas de estar presente‘. Y pensé que era un buen punto de partida: ¿Es el mindfulness lo mismo que estar atento o ser consciente? ¿Qué significa estar presente?

Jon Kabat-Zinn
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¡Ahora estoy en Patreon!

Tras 6 años escribiendo en este blog, he decidido subirme a una plataforma de micromecenazgo. Patreon no es un crowdfunding para un proyecto concreto, sino una manera de que las personas consumidoras —en este caso lectoras— de un creador de contenido —¡hola!— puedan mostrar su aprecio y su apoyo con un donativo pequeño pero regular. (Aquí está la página.)

Patreon tiene dos modelos de contribución: mensual o por contenido. Hace más de medio año, cuando empecé a pensar en esta idea, me incliné por el modelo mensual, ya que se aleja todavía más del intercambio de un producto por una tarifa. Sin embargo, tenía dudas de si, una vez empezado mi doctorado, podría cumplir con el ritmo de publicaciones que creo que se merecen las mecenas. Y dudas confirmadas: no.

Así que me he quedado en algo más humilde pero más realista, que es la ‘contribución por contenido’; pero para mí sigue tratándose de establecer una relación entre personas. Esta mentalidad me parece muy en la línea de la tradición de generosidad que ha mantenido vivo el dharma desde sus inicios hasta hoy.

Pero antes de seguir, si has llegado hace poco a este blog quizás no tengas claro qué ofrece exactamente y si te interesará apoyarlo de forma regular. En este caso, aquí van unas muestras de los tipos de artículo que suelo escribir (si eres lector habitual, puedes saltar al siguiente párrafo).

«El verdadero motivo por el que no progresa tu meditación» o «Facebook: el samsara hecho algoritmo» son dos ejemplos del tipo más común: opinión-reflexión sobre cómo encaja el dharma en las vidas que vivimos hoy. Los hay más investigativos, como «Los 53 sutras de Buda son FAKE news» o «La homosexualidad en el budismo» —que se lleva el récord de artículo más leído ever— e incluso periodísticos si tratan algo de actualidad, como en casos recientes de abuso sexual o xenofobia. Los temas históricos se alternan con escritos sobre integrar la práctica al día a día y con posts que recogen las enseñanzas de maestros y maestras, por ejemplo «12 consejos para observar la mente» o «Meditación metta: ¿qué es y qué no es?» Puntualmente hago un post recomendando libros. Y también he realizado unas pocas entrevistas.

Resumiendo, ¿por qué he decidido abrir una página en Patreon?

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¿Qué le preguntarías a un maestro budista y activista de Extinction Rebellion?

La crisis climática: el reto del siglo XXI. «¿Quién me lo iba a decir,» pienso a veces, «que éste sería el gran tema de mi época?» Pero la información ha estado ahí desde el día en que nací, como una revista de sala de espera a la que nadie le presta atención. La ignorancia, sostiene el budismo, es un rasgo principal de la existencia humana ordinaria, y entre los sutras se esconden versos que comparan la codicia con una inundación. Hoy me cuesta no recordarlo.

No he tocado el tema ecológico desde la entrada «O extinguimos la codicia o NOS extinguimos;» pero en marzo tendré el gusto de entrevistar a Yanai Postelnik, que ha hecho un agujero en su muy activo calendario “rebelde” para hablar conmigo. Y quiero recoger vuestras inquietudes y preguntas: ¿qué le querríais preguntar a un maestro de meditación que es activista de Extinction Rebellion?

Yanai Postelnik lleva casi treinta años impartiendo clases y retiros de meditación por todo el mundo. Fue maestro residente de la Insight Meditation Society en Barre, Massachusetts; y forma parte del Teacher Council de Gaia House, UK. Puedes leer un texto suyo sobre meditación aquí y escuchar sus charlas en dharmaseed (en inglés).

Dos años atrás se sintió llamado al activismo climático como parte de su compromiso de actuar en beneficio de todos los seres. Profundamente implicado en Extinction Rebellion (XR), su conciencia le ha llevado a ocupar el puente de Waterloo, a pegarse con superglue a la entrada de un hotel para evitar un congreso de la industria petrolífera, y a ser arrestado en múltiples ocasiones. Yanai dice:

La urgencia de nuestra situación requiere sacrificio, y me siento llamado a arriesgar mi comodidad, mis privilegios e incluso mi libertad para llamar la atención del gobierno hacia el peligro y la devastación que nos espera si no actuamos juntos, ahora, con valentía y compromiso.

Parece seguir las palabras de Martin Luther King: «Nunca tengas miedo de hacer lo correcto. Los castigos de la sociedad son pequeños si los comparamos con las heridas que infligimos a nuestra alma cuando miramos para otro lado.»

He oído de varias fuentes que XR se desmarca del activismo habitual motivado por la ira. Sin ser denominacional, XR tiene una clara vertiente espiritual y una inteligencia psicológica que le lleva, por ejemplo, a organizar sesiones o rituales para digerir el dolor de la desgracia ecológica.

«Lo que me emocionó de XR era la idea de que tenemos que responder a todo el mundo desde un lugar de amor; no culpar o avergonzar incluso a los aparentes beneficiarios o perpetradores de esas conductas destructivas,» cuenta Yanai a Tricycle Magazine. De hecho, Yanai ha dado ya varias charlas bajo el título de «Amor en tiempo de extinción.»

Dado que este es un tema de mucha actualidad, cuyas olas están llegando a orillas budistas y meditativas (pero tengo la sensación que aún no lo suficiente), os hago una llamada para que sugiráis tema y preguntas, cuanto más concretas mejor. Muchos vemos cada vez más claro que no podemos seguir sin abordar esto, pero no sólo no sabemos qué hacer, sino tampoco cómo encaja con nuestra práctica o cómo hacer dialogar estas dos esferas.

¿Qué te gustaría saber?
¿Tienes mensajes de apoyo?
¿Tienes dudas?
¿De qué te gustaría que habláramos?

Por favor, escribe tus preguntas aquí abajo en la sección de comentarios, yo las recogeré y se las transmitiré a Yanai Postelnik en nuestra entrevista. ¡Estoy seguro que será una conversación muy interesante!


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¿Es el mindfulness el budismo del siglo XXI? Una conversación con Ted Meissner.

Recientemente fui entrevistado por Ted Meissner en el podcast de la Secular Buddhist Association (EUA), de la que Ted es director ejecutivo. Ted fue de las primeras personas en mostrar interés por la existencia de este blog, y cuando no llevaba mucho tiempo de vida ya me entrevistó para uno de sus podcasts. Siempre es un placer, y un gran honor, hablar con él. Pero lo que tuvimos no fue realmente una entrevista, fue una conversación agradable y muy estimulante. En todo caso, nos entrevistamos mutuamente.

Primero hablamos de mi tesis de máster sobre la entrada en la corriente (sotāpatti), el primero de los cuatro niveles de despertar según el budismo primitivo, y de mi artículo The Facebook Sutta. Por una de esas magias de internet, este artículo se compartió bastante ¡y se re-publicó en Eastern Horizon, la revista de la Young Buddhist Association of Malaysia! La vida es friki…

ted_1Pero la mayor parte de nuestra charla tocó un tema candente en la evolución del dharma en la sociedad contemporánea: ¡el mindfulness! Estuvimos hablando de su relación con el budismo, tradicional y secular, y de cómo se está diferenciando de éstos, así como de las reacciones que estas modificaciones tan significativas generan en la budosfera más tradicional.

Ted es una persona fantástica con quien tener esta conversación, ya que también es instructor de MBSR. Podéis escuchar el podcast entero aquí. A continuación ofrezco una versión editada de la parte central de nuestra conversación. ¡Espero que os guste y que visitéis el fantástico podcast de Ted! Seguir leyendo «¿Es el mindfulness el budismo del siglo XXI? Una conversación con Ted Meissner.»